Se agrandó la grieta. ¡Y no sólo a nivel local, sino que a escala interplanetaria! ¿Pero qué pasó? ¿Corea del Norte lanzó misiles contra los Estados Unidos? ¿Chávez secuestró al nuevo presidente chileno Gabriel Boric para adoctrinarlo? ¿Un funcionario argentino aludió a una “Gestapo” contra los sindicatos? Bueno, esto último sí pasó, pero ninguna de las anteriores había ocurrido. Sin embargo, sucedió algo infinitamente más polémico: se estrenó en Netflix la película ¡No mires arriba! (Don’t Look Up!), de Adam McKay, y el mundo tal como lo conocíamos cesó su existencia y se dividió en dos. Así como está escrito y sin ninguna exageración. Digamos.
La película narra cómo una estudiante avanzada de Astronomía de la universidad de Michigan descubre un cometa que nombra con su apellido, Dibiansky, mientras su tutor académico descubre que el objeto espacial colisionará con el planeta y causará muerte y destrucción de todo lo existente. Acuden a Washington, entonces, donde una presidenta muy parecida a Donald Trump minimiza el pronóstico ocupada en otros asuntos convenientes a su carrera política o sus amigos empresarios, en particular, uno parecido a Elon Musk. Los medios, el algoritmo, la derecha, el anticientificismo y todo caen bajo la brocha de sátira con la que pinta su película el director Adam MacKay.
El film, que cuenta con un reparto super estelar que incluye a Leonardo Di Caprio, Meryl Streep, Jennifer Lawrence, Jonah Hill, Cate Blanchett, Ron Perlman y Timothée Chalamet, entre otros, se estrenó en la plataforma de streaming en vísperas de Navidad y se posicionó como la producción más vista alrededor del mundo, incluyendo a la Argentina. Lo que permitió que la voz de la crítica especializada se uniera a las opiniones de los usuarios en las redes sociales, tanto como para señalar el virtuosismo de la comedia de McKay o para mandarla al basurero de la historia de las bazofias cinematográficas. Es lindo cuando el mundo discute de manera amable sus respectivas opiniones.
RottenTomatoes.com, el sitio estadounidense que es de visita obligatoria para enterarse qué anda diciendo la crítica sobre cada cinta que se estrena -al recopilar aquellas publicadas por las firmas más importantes de los medios de mayor circulación o influencia-, había comenzado a dejar entrever que para Don’t Look Up! no sería un “Vini, vidi, vinci” en las opiniones. Sólo un 55% de las opiniones especializadas en los Estados Unidos eran positivas. Temor y temblor.
“La premisa del film se desperdicia en una burla chapucera y dispersa que convierte a casi todo el mundo en idiotas, trivializa todo lo que toca, se regodea en un placer propio y se convierte en parte del balbuceo y balbuceo que retrata”, escribió Joe Mongerstern en The Wall Street Journal. En RogerEber.com, el sitio fundado por el legendario crítico, Nick Allen dice: “Una película desastrosa. Don’t Look Up muestra a McKay desconectado con lo que es inteligente o con cómo lograr que su audiencia se preocupe”. Manhola Dargis, del New York Times, escribió: “Al final, McKay no está haciendo mucho más en esta película que gritarnos, pero bueno, nos lo merecemos”.
Uy.
¿Y cómo sería la reacción en la Argentina? Pues pasen y vean.
“¿Soy la única a la que Don’t look up le pareció una bosta? No me vengan con Meryl, Di Caprio, Kate, el mensaje… Como película digo. La sentí grotescamente obvia. ¡A mí, mis valientes!”, tuiteó la actriz y gran comediante Verónica Llinás, quien obtuvo más de setecientas respuestas que oscilaban entre darle la razón o todo lo contrario. El periodista y crítico Fernando García, autor de El Di Tella: Historia íntima de un fenómeno cultural, a su vez tuiteó: “Las sátiras y parodias también pueden calificarse dentro de sus propias reglas, ojo”. Y dijo a Infobae Cultura: “No hay distopías ahí, hay Disneytopías, es la corporación autoparodiándose. De entrada tiene un engolosinamiento en la parodia corrosiva en la que ya adivinas todos sus trucos. Es Black Mirror pero tarde y mal. Es un humor que no me llega pero no por ser solemne, sino que hay parodias y sátiras buenas y malas, y esta es de las segundas. Confieso que la miré para ver a Jennifer Lawrence tanto tiempo junto en la pantalla porque le toco el timbre de la casa y nunca me contesta”.
Diego Lerer, programador de la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes y director del sitio de cine www.micropsia.com, escribió: ”Una parodia que cabalga entre la inspiración y el tedio, la crítica afilada y la obvia, la risa franca y la incomprensión”, y dijo a Infobae Cultura: “No soslayo los problemas ideológicos que plantea la película cuya hipótesis es bastante realista, viendo lo que pasó en los Estados Unidos con el Covid. Ahora, no basta con que yo coincida ideológicamente con una película porque muchas veces usan recursos bastante obvios para remarcar esas posturas. Y aquí esos recursos se resaltan. Además de que son muy similares a los que usa televisivamente Saturday Night Live, sólo que en este caso dura dos horas y media y no es un sketch”.
Pero no son todas pálidas para el film. La guionista de cine, TV y teatro Micaela Libson contó su lectura particular de Don’t Look Up!: “Yo la disfruté. Es una película que emula los chistes de las comedias de los años ochenta donde siempre mandan al personaje negro al muere. En este caso ese lugar lo ocupa Jennifer Lawrence mediante la traslación del sujeto estigmatizado a la mujer. Me pareció muy gracioso que el cometa que acabaría con la vida sobre la tierra llevara el nombre del personaje de Lawrence, que sería llevar el recurso al extremo”.
—¿Por qué cree que hay tanta polarización en la valoración del film?
—Es que se presentó un elenco espectacular, muchísimos espectadores no conocen ni googlearon al director y buscaron una película trascendental, una para el Oscar, pero no: salvo excepciones, las comedias no ganan Oscars. Para mí es una película tipo “relájate y goza”, no es Lars von Trier, es una obra del socio de Will Ferrell. Su cine es muy parecido al que hacían los hermanos Zucker en los ochenta, a ¿Y dónde está el piloto?, a Top secret. Para mí, la película funciona.
Distinto piensa Leonardo D’Espósito, crítico de Noticias y autor de Todo lo que necesitás saber sobre cine (Paidós), entre otros libros. “Lo que yo creo de la película es que es ‘fácil’. Mi problema no es lo que dice, que básicamente es un retrato satírico de lo que vivimos ahora, sino que el tono está mal. McKay había hecho películas cómicas igualmente burlonas (El Reportero, Talladega Nights, Stepbrothers y The Other Guys) y ese absurdo de cartoon cuadraba perfecto, incluso hacía más humanos a los personajes. Acá simplemente usa lugares comunes básicamente ‘bienpensantes’ y los personajes son chatos, figuras en el paisaje que no te importa nunca demasiado. Capusotto lo haría mucho mejor en un solo gag de TV de cinco minutos. Es señalar con el dedo. Es burdo, fácil y correcto”.
La conductora del noticiero de Canal 13 aprovechó el aislamiento por Covid para poner en su pantalla la tan anunciada película. Su dictamen fue contundente: “Los que recomendaron Don’t look up vayan a testearse urgentemente porque están sin gusto”. Un gran oneliner, se debe admitir.
Para Jorge Bernárdez, crítico en subjetiva.com.ar y conductor del podcast Más grande que la vida, “es una película divertida, una sátira con un elenco increíble, quizás un poco larga, pero a mí me gustó. La gente se asusta por el nivel de ironía. Sin embargo, no es novedoso en McKay: hizo películas con Will Ferrell en ese tono pero además es uno de los productores de la serie dramática de HBO Succession, no es un recién llegado a las pantallas. Yo creo que el cine hace rato no entraba en debates calientes, debates sobre el hoy que sean mostrados desde el mainstream. Lo cierto es que tampoco podés sostener todo el tiempo el tono de comedia cuando hablás sobre el apocalipsis, en un momento ese tono debe tener un giro. La película logró el efecto que buscaba y se tiró contra todos los conservadores de los Estados Unidos. Hay que recordar que esa grieta ya estaba. Y se reproduce al nivel de la opinión del espectador”.
“Grieta” es una palabra que tiene una acepción argentina, claro. Por eso, también produjo extrapolaciones del metamensaje del film a la realidad local. Como muestra de que para la Argentina nada se pierde, todo se transforma, vaya este tuit de la escritora Pola Oloixarac mirando el país: “Simpática la peli de Cristina negociando las vacunas rusas con la ayuda de su hijo gordo”. Como se ve, hay que ver arriba, abajo, izquierda, derecha y a todos los costados.