La Ley de Identidad de Género, reconocida mundialmente y que se aprobó en la Argentina hace una década, establece que la identidad autopercibida debe respetarse en todo ámbito. El deporte no es una excepción. Aunque el fútbol siga siendo uno de los espacios más machistas, tras muchos años de lucha, Mara Gómez, Tiziana Lezcano y Jezabel Carranza pueden jugar hoy el Campeonato –semiprofesional- Femenino de la Primera División de la AFA.
Carranza fue la última en recibir la autorización de la Asociación del Fútbol Argentino. A los 43 años, la rionegrina pudo presentarse el fin de semana pasado en Deportivo Español –ingresó algunos minutos en el segundo tiempo de la derrota 8-0 contra River- y cumplir su sueño de jugar en el torneo argentino de mayor nivel.
La primera jugadora transgénero en ser habilitada fue Mara Gómez, quien debutó en diciembre del 2020 en Villa San Carlos y ahora defiende la camiseta de Estudiantes de La Plata. Siguió su camino Tiziana Lezcano, lateral de Ferro, equipo que ascendió en noviembre de 2021 y que está haciendo una gran campaña en la A.
Más allá de que tener el nombre y género en su identificación es un derecho, así como también lo es el acceso al deporte, la idea de que las personas trans sacan ventaja física no es una realidad en el fútbol femenino, ya que la hormonización –una de las condiciones para competir- les quita velocidad y fuerza.
El requisito que se toma como parámetro en el fútbol es el del Comité Olímpico Internacional (COI): tener menos de 10 nanogramos de testosterona por mililitro de sangre, sin necesidad de hacerse una operación para el cambio de sexo.
«No es fácil para mí entrenar a mi edad y sin las hormonas naturales que tenía antes», aclara Carranza, que es una mujer trans desde los 33 años y se viene sometiendo a tratamientos hormonales hace diez. Toma estrógenos para no descalcificarse ya que se realizó una vaginoplastia y sus resultados fueron menores a los de una mujer cis-género, aunque su habilitación tardó ocho fechas en llegar.
Tantos años de discriminación, prejuicios, abusos e invisibización no se esfuman de un día para el otro ni son gratis. El colectivo trans continúa teniendo una expectativa de vida de 40 años promedio.
«A mí el fútbol me salvó la vida», contó más de una vez Mara Gómez, quien relató que en su adolescencia «me excluían, eso me acorraló y quise morirme un montón de veces porque pensaba que no iba a tener oportunidades ni a poder ser feliz en todo lo que me quería proponer».
La platense de 25 años, delantera de Estudiantes, se recibió de enfermera hace unos meses, es atleta Nike y constantemente busca concientizar sobre las situaciones de vulnerabilidad, violencia y estigmatización que viven las personas travestis y trans en la sociedad.
«Tenemos que pagar costos de todo tipo sólo por querer pertenecer y tener un derecho tan básico de contar con las mismas oportunidades que todas las personas independientemente del sexo y/o género», expresa Mara.
Tiziana Lezcano, de 29 años, hizo su transición a los 22. A los 8 entrenaba en Deportivo Paraguayo y después dejó de jugar hasta los 16, cuando volvió para hacerlo en torneos de su barrio en Laferrere, alternando con handball, y en baby. Cuando quiso dar el salto a fútbol 11, a los 26 años, se topó con la discriminación: dos clubes le cerraron la puerta y Ferro se la abrió. La lateral izquierda jugó cuatro partidos en la B y el equipo de Caballito ascendió a la Primera en noviembre de 2021.
«Nos sentimos en igualdad de condiciones. Nosotras estamos jugando legalmente, con los controles necesarios para jugar en el fútbol femenino, que se dio cuenta que no sacamos ninguna ventaja. Estamos a la par», reflexiona Lezcano. Ferro es uno de los clubes que también tiene una jugadora trans en la máxima categoría de vóley, la opuesta venezolana Christy Jaramillo.
La riojana Maia Jasvir Romero fue la primera en debutar en CEF Nª5 de La Rioja, el sábado 6 de febrero de 2021, en la Liga Femenina, el torneo que organiza la Federación del Vóleibol Argentino (FeVA).
«La FeVA celebra la ampliación de derechos y la posibilidad de tener una Liga inclusiva que promueva la no discriminación en cualquiera de sus aspectos. Cualquier jugadora trans que lo desee tiene el derecho de participar en la Liga Argentina Femenina siempre que su DNI así lo indique», comunicó entonces la entidad.
De acuerdo al marco legal y normativo de la Argentina, país pionero en materia de ampliación de derechos vinculados a las decisiones de vida personales, la Federación de vóley «sigue la línea de la Ley 26.743 que indica que la identidad de género está definida por la forma en que cada persona se autopercibe, sin importar si coincide o no con el sexo asignado al momento del nacimiento».