Fito Páez volvió a Rosario, ese lugar que siempre estuvo cerca, para dar el primero de los tres shows del último tramo del tour 2022 de “El amor 30 años después del amor”, que celebra con nuevas versiones y otras casi intactas las tres décadas del disco más vendido del rock argentino, que lo convirtió en un músico de convocatoria masiva.
“Hermosa primera noche, Rosario”, dijo un Páez extenuado, bañado en transpiración –y mojado por un vaso de agua que se había tirado encima- tras interpretar en un repleto Anfiteatro “Humberto de Nito” la última canción del show, una agitada versión de “Mariposa tecknicolor” (tema del disco “Circo Beat”, de 1994).
El público coreaba y revoleaba remeras, cuando a las 23.30 horas del jueves Páez cerró la primera de las tres noches que tocará en Rosario su espectáculo celebratorio de “El amor después del amor”.
Dos horas antes, los diez músicos que lo acompañan en una banda precisa e impecable salieron al escenario mientras ya sonaba la base rítmica de “El amor…”.
Con traje gris y camisa de motivos psicodélicos, esta última en combinación con unos zapatos puntudos, el músico rosarino inició la saga de 14 canciones que componen aquél disco editado en 1992, que en esta ciudad presentó al año siguiente en el estadio de Rosario Central.
Como lo saben sus fans, y que seguramente otearon los espectáculos previos de la gira en algún streaming, el show consiste en el repaso de las canciones de “El amor…” en el orden en que se publicaron en el disco, hace ya tres décadas, cuando la música se escuchaba en ese formato, en cassette y en el “novedoso” CD.
Para ser rigurosos, el primer tema de Páez fue “Dale alegría a mi corazón”, pero no interpretado por él sino por el público, que mataba la ansiedad coreándolo en la previa.
“Son tiempos tan extraños -planteó Páez como preludio del quinto tema de la lista- que volver a la vida y la existencia de un ser tan hermoso y luminoso como Luis Alberto Spinetta es fantástico”.
Así arrancó el bello “Pétalo de sal”, que en la versión de estudio original grabó con Spinetta, con quien en 1986 editaron el disco doble “La la la”.
La poderosa guitarra de Juani Agüero, una de las dos que suena en los shows de Fito –la otra es la que ejecuta Carlos Vandera- comenzó a lucirse con el solo de “Sasha, Sissí y el círculo de baba”.
En “Te vi”, uno de los temas icónicos del disco, dedicado a su entonces pareja la actriz Cecilia Roth, Páez se sentó en el piano mientras un potente haz de luz le otorgaba una exclusiva prominencia en el escenario del anfiteatro rosarino.
Los efectos de un diciembre caluroso en el Litoral argentino se hicieron presentes en esa interpretación mediante la aparición de un cascarudo que también buscó protagonismo en la luz, lo que obligó a Fito a tocar el piano con una mano y emplear la otra en tratar de quitarse el insecto que lo acechaba.
“Una vinchuca era, no un cascarudo”, bromeó después: “Mucho más mala”.
Para presentar “Tumbas de la gloria” parafraseó los conocidos versos de Aníbal Troilo de «Nocturno a mi barrio», y planteó “cómo dicen que me fui, si siempre estoy volviendo”.
Unos de los primeros juegos de palmas con el público se dieron con “Rueda mágica”, que dio lugar a un clima íntimo para la ejecución de “Creo”, otra vez con Páez sentado al piano de cola negro ubicado en el centro del escenario.
Agüero volvió a lucir sus rápidos y precisos dedos en el mástil de la guitarra eléctrica en el solo de “Balada de Donna Helena”, que Páez celebró arrodillándose delante de sus pies, como alabando un gesto místico.
“Vamos a prender los teléfonos y vamos a imaginar que la vida es más linda que lo que es”, invitó el músico que jugó de local, y punzó justamente esa localía al agregar que “Rosario le tiene que ganar a todas las ciudades”.
Con “A rodar mi vida” cerró la primera parte del show, consistente en la interpretación completa de “El amor…”.
“Me pongo guapo y vuelvo”, dijo Fito al anunciar los 10 minutos de pausa que separaban la primera de la segunda parte del espectáculo, plazo registrado en un enorme “countdown” proyectado sobre la pantalla central de la tarima, y rigurosamente cumplido por el músico.
La segunda parte del show también fue celebratoria, pero en esta ocasión de las piezas más taquilleras del músico nacido hace casi sesenta años a pocas cuadras de donde anoche volvió a tocar con su banda.
“Tema de Piluso” (recordatorio del también famoso rosarino Alberto Olmedo), “Al lado del camino” y el clásico “11 y 6” integraron esa sesión, que cerró con una tremenda versión de “Ciudad de pobres corazones”.
La canción que da nombre al disco homónimo editado en 1987, en la que Páez exorciza los demonios por los asesinatos de sus tías, fue la única que estuvo acompañada por un video que proyectó una urbe en blanco y negro, con los contornos de los edificios resaltados como en una luz de neón.
Agüero volvió a recuperar centralidad en ese tema con un solo de guitarra cuya extensión es homologable a las introducciones de algunos temas de la legendaria Pink Floyd.
El público deliró con esa potente versión de “Ciudad…” y Páez la cantó y la bailó al palo, tanto que antes que tomar el vaso con agua que tenía sobre el piano prefirió arrojárselo en la cabeza, en procura de una improvisada pero aliviadora ducha en la calurosa noche rosarina.
Vestido de remera y pantalón rojo inició la tercera parte, la de los bises, con “Dar es dar” y la terminó con “Mariposa tecknicolor”, acompañado en voz por su amigo y líder de “Killer burritos”, Coky Debernardi, que había oficiado de telonero.
“Hermosa primera noche”, dijo Páez, y el público que atestó el anfiteatro municipal asintió.
La parada rosarina de la gira continuará con sendos recitales el sábado y el domingo, y luego con una nueva presentación en Córdoba el 17 de este mes, el mismo lugar donde en septiembre dio inicio al tour 2022 de “El amor”. Allí Páez cerrará el año de actuaciones en vivo, aunque el brindis por el cumpleaños del disco continuará en 2023 en otras ciudades de Argentina y Latinoamérica.