Desde Córdoba

El rumbo de Juntos por el Cambio en Córdoba depara sorpresas semana tras semana. Mientras continúa el desfile de pre-candidatos presidenciales, el orden y el progreso del espacio amarillo en la provincia mediterránea está lejos de ser algo constante. A veces se avanzan dos pasos para luego retroceder uno. En un contexto de indefinición entre Luis Juez y Rodrigo De Loredo en torno a la postulación de JxC para intentar suceder a Juan Schiaretti en la gobernación, uno de los peores temores de la alianza opositora comenzó a materializarse: el “salto” de los propios a las huestes del oficialismo cordobés de Hacemos por Córdoba.

Con dos meses de ventaja, Martín Llaryora, candidato a gobernador por la fuerza que lidera Schiaretti, pasó a otra fase en la campaña: captar a distintos dirigentes de la oposición y tentarlos con la promesa de integrarlos a “su equipo de gobierno”.

Pese a la relativización del peso electoral de aquellos que cruzarán o cruzarían la vereda, desde dentro de Juntos por el Cambio no desdeñan el poder simbólico del hecho político, sobre todo si los que pegaron el portazo lo hacen con duras acusaciones en torno a la vida orgánica y partidaria.

Sangría cordobesa

“Nos sentimos ninguneados por la Unión Cívica Radical (UCR). No pensamos tener un cargo legislativo para tirar un par de bombas y ser panelistas de televisión para ganar popularidad”. La contundente frase pertenece a Miryam Prunotto, intendenta de la localidad de Estación Juárez Celman, ubicada a 19 kilómetros de la capital cordobesa. Días antes, Prunotto había sido convocada por Llaryora a formar parte de su equipo de gestión, dando por descontado su triunfo electoral. “No tengo dudas de que Miryam va a seguir gestionando desde el gobierno provincial cuando ganemos la elección”, ofrendó el delfín oficialista. “Me encantaría ser candidata a vicegobernadora”, devolvió la jefa comunal, quien no obstante bajó un cambio y dijo que aún “nos tenemos que reunir con los miembros del espacio, faltan algunos pasos en adelante”.

El pase político llegó a oídos del propio presidente de la UCR, Gerardo Morales. En medio de la euforia por el triunfo del centenario partido hace una semana en las internas de La Pampa, que generó el rumor de una posible ruptura de Juntos por el Cambio en Córdoba, el jujeño fue contundente: “sería lamentable”. “Eso sería un error, se tendría que permanecer en Juntos porque debilitaría sus chances. Vamos a bregar por candidatos radicales en todo el país y nuestro candidato es De Loredo”, sostuvo.

Al mismo tiempo, Juez cosechó el apoyo de la Coalición Cívica. El lilismo emitió un comunicado en el que reclamó “coraje y decisión”. “Seguir generando incertidumbre no puede sino perjudicar nuestras posibilidades. Esto es inadmisible frente al poder de nuestro adversario”, indicaron desde la CC.

Esta sangría no es inesperada. Oculto a partir de la alta exposición de sus referentes, el malestar de intendentes e intendentas radicales del interior profundo cordobés empezó a ganar espacio de manera proporcional a la seguidilla de titubeos del binomio Juez-De Loredo.

El principal reclamo es la falta de espacio a la hora de la toma de decisiones. Las voces fueron creciendo y comenzaron a aglutinar a referentes del partido. Además de Prunotto, el espacio cuenta con las presencias de los intendentes Gustavo Benedetti, de Arroyito, y Carlos Briner, de Bell Ville, además de un centenar de dirigentes de otras localidades.

“Los intendentes no tenemos espacio. Lo reclamamos el año pasado y este año nada cambió. Nos ignoran”, indicó Briner a Página/12. Médico de profesión, fue candidato a vicegobernador acompañando a Ramón Mestre hijo en 2019, encabezando la Lista 3, cuando Juntos fue dividido a los comicios provinciales. “Ahora bien, muy lejos en lo personal de moverme de mi partido”, advirtió.

Vienen bajando

A mediados del mes pasado, Benedetti recibió a Prunotto en Arroyito, ubicada en el departamento San Justo, cuna del llaryorismo. Tras el encuentro, Benedetti dijo que “es el momento de Llaryora para grandes cosas. La experiencia lo pone en un lugar que no les sucede hoy a otros políticos”.

En esta movida de ampliar su base, Llaryora también se mostró con el intendente de Villa María, Martín Gill. Ex funcionario de Obras Públicas, Gill adscribe al presidente Alberto Fernández y al Frente de Todos, pero “se deja querer” por el oficialismo provincial. “Me encantaría tener a un amigo en mi equipo”, floreó Llaryora. En medio del Festival de Peñas de Villa María, Gill recogió el guante y agradeció el gesto. Más sonrisas y expectativa por un eventual acuerdo que, dicen, tendría el visto bueno de la Casa Rosada.

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