Lo cierto es que, en el film que tuvo Axel Kuschevatzky y al Chino Darín como productores, se podía ver claramente que la familia Strassera estaba compuesta por el fiscal, su esposa, y sus dos hijos, Carolina y Julián (en la ficción se los menciona como Verónica y Javier), de los cuales se sabe poco, pero lo suficiente como para lamentar el final que tuvo la hija mayor de los Strassera.
Mientras Julián, de 51 años, se convirtió en abogado y heredó la pasión por la justicia de su padre, Carolina se mudó a Suiza, junto a su esposo e hijos, donde falleció con sólo 38 años, de la manera menos pensada.
El terrible hecho sucedió el 27 de octubre de 2008 en la ciudad suiza de Lausanne, cuando la mujer se quedó dormida con un cigarrillo prendido en su mano que, al caer, incendió la cama donde ella estaba acostada. El dramático final de la joven hija del fiscal estuvo signado por quemaduras en su piel que, posteriormente, la dejaron sin vida.
Curiosamente, la película muestra cómo Julio César Strassera, fumador empedernido, le convida un cigarrillo a su hija cuando sólo era una adolescente, lo cual se cree que trajo la adicción a Carolina con el devenir de los años.