La derecha política y económica estaba caminando tranquila hacia la elección presidencial convencida de que el triunfo no se le podía escapar. Ahora está llena de dudas pese a que el panorama en el oficialismo no ha cambiado mucho, cercado por una muy elevada inflación con escasas reservas disponibles en el Banco Central y un Presidente que expone públicamente y sin medir consecuencias las diferencias con los dos líderes de su propia coalición, siendo uno de ellos el ministro de Economía y la otra quien concentra casi todo el caudal electoral del Frente de Todos.
La desorientación del bloque de poder económico más activo quedó de manifiesto la última semana en dos convites:
- El evento organizado por la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina (AmCham).
- La reunión de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) con Horacio Rodríguez Larreta.
De aquí en más se sucederán los escenarios públicos y privados donde el establishment emprenderá la tarea, que no les resulta muy complicada, de domesticar a la mayoría de los candidatos puesto que no pocos reposan en estas faldas con placer. Al tiempo que continuará con la prédica económica, política y judicial regresiva para abonar la persistente misión de construir sentido conservador.
¿Por qué el poder económico no sabe qué hacer?
El desconcierto de la derecha económica se origina en que ha empezado a admitir que no es suficiente la inmensa capacidad de lobby y de aportes financieros para imponer al ganador. Las dos figuras políticas que están dominando de una u otra forma la escena política no tienen nada que ver una con la otra.
A una la detestan desde hace mucho, a la otra la rechazan porque al principio les era funcional para el corrimiento del debate económico aún más a la derecha, pero ahora se asombran de su fragilidad general (de ideas, de equipos y de personalidad).
No quieren saber nada con la posibilidad de un eventual escenario de balotaje entre Cristina Fernández de Kirchner y Javier Milei, situación improbable hace unos meses que hoy no lo es tanto y, en consecuencia, está en la mesa de la discusión interna.
Si se cree en la calidad de las encuestas que circulan en los centros del poder económico, ellos dos son los dirigentes políticos que generan más identificación y más adhesión a nivel individual en el electorado. Así se entiende la desesperación de los máximos dirigentes de Juntos por el Cambio para mostrar fotos de unidad pero que igualmente no logran ocultar la guerra personal y política entre ellos.
El dominio sobre tercios del electorado de CFK y Milei lo consigue cada uno a su manera. El caso de la primera representa la esperanza de salir de la crisis de ingresos que ya se extiende por casi ocho años y porque en ese grupo poblacional persiste la memoria del ciclo kirchnerista 2003-2015 donde hubo una sustancial mejora en las condiciones de vida, en especial en los sectores postergados. Además, porque fue un momento de interpelación al poder económico, lugar que hoy sigue ocupando CFK, diferenciándose de este modo del resto, lo que genera una corriente de identificación hacia ella cuando se vive en crisis permanente y la demanda de ciertos sectores sociales es expresar rebeldía ante las injusticias.
El fenómeno socioelectoral de Milei, en cambio, es específico de este momento histórico porque exclusivamente canaliza la bronca general por la prolongada crisis de ingresos y fragilidad laboral con derivación en el descreimiento sobre los tradicionales representantes de la política. El insulto sin sustancia de Milei logra representar el hastío y desengaño, fundamentalmente de jóvenes que están viviendo el final de la adolescencia y salida al mundo adulto con escasas expectativas de un futuro de superación.
Este proceso electoral se desarrolla en un contexto no sólo de fragmentación política, sino que está presente también el inmenso desafío de identificar quién puede proyectar un horizonte económico mejor.
El establishment no sabe entonces qué hacer ante esta situación. Como carece de la capacidad para abordarla, repite lo único que conoce aunque la experiencia revela que sus propuestas resultan un fiasco para estabilizar la economía local y el panorama político.
El pliego de condiciones del poder económico es el mismo de siempre
Una expresión de esta debilidad conceptual y de lectura de la compleja realidad económica y política fue el encuentro de los dueños de grandes empresas agrupados en AEA, cuya conducción política la lideran Héctor Magnetto (Grupo Clarín) y Paolo Rocca (Grupo Techint), con Horacio Rodríguez Larreta, quien estuvo acompañado del economista Hernán Lacunza y Gabriel Martino, exCeo del HSBC e investigado en la justicia argentina por facilitar la fuga de capitales en la causa mundial conocida como «SwissLeaks».
El pliego de condiciones de AEA, mientras la economía navega con una inflación anual de tres dígitos, está encabezado por algo que no tiene nada que ver con las urgencias de la economía. El comunicado de AEA menciona que su titular, Jaime Campos, enfatizó la necesidad de respetar las instituciones de la República consagradas en la Constitución Nacional, la división de poderes y el reconocimiento a la independencia del Poder Judicial.
Esta declaración resulta ilustrativa de la mencionada desorientación de la derecha. Nada de eso está en peligro y sólo la obsesión antikirchnerista, un componente tóxico de la realidad política, los sumerge en ese barro de generalidades.
Es una muestra más de que los miembros más representativos del poder económico no consideran que ellos son parte responsable de la larga crisis. Tal enajenación la dejan expuesta cuando salen en defensa de uno de los poderes más cuestionados por la sociedad (el Poder Judicial, en especial la Corte Suprema) porque, entre otros motivos, está al servicio de la defensa de sus intereses.
Campos también señaló que «para que las oportunidades de crecimiento que efectivamente tiene Argentina puedan materializarse, se requiere brindar un marco claro para el desempeño del sector privado, actor clave para garantizar el desarrollo económico y social del país».
En tal sentido, destacó que es imprescindible que «se implementen políticas económicas que permitan al país volver a la normalidad», que resumió en la necesidad de terminar con:
- El flagelo de la alta inflación.
- Los déficits permanentes en las cuentas públicas.
- La ausencia de una moneda doméstica respetada.
- La vigencia de varios tipos de cambio.
- Una muy elevada y distorsionada presión tributaria sobre el sector formal.
- Cambios permanentes en las reglas del juego.
Horacio Rodríguez Larreta además de imitar al perro mueve cabeza del auto, señaló que “Juntos por el Cambio está más unido que nunca. En una interna es normal que haya discusiones, pero la unidad está fuera de toda discusión». La mención terminó de confirmar lo que pensaban los dueños de empresas: la fuerza política a la que apuestan para las próximas elecciones es un caos.
La disputa de Estados Unidos con China en clave local
Hasta ahora no formaba parte de la agenda habitual del establishment la convocatoria pública de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina (AmCham), agrupación donde participan las multinacionales de ese país.
Además del mensaje hacia la política interna, este evento forma parte de la estrategia de Estados Unidos para limitar la influencia de China en la región en defensa de su hegemonía global unilateral. En esta línea puede interpretarse el desconcertante discurso del presidente de la Corte Suprema de Justicia, Horacio Rosatti.
Ante este auditorio afirmó que «es relevante preguntarse si, además de ser la Constitución Nacional un programa de gobierno, también es un programa económico. La respuesta es que sí y la base del programa económico de la Constitución es el capitalismo, que significa tres cosas: respeto a la propiedad privada, a la iniciativa de los particulares y competencia. Más allá de las diferencias de matices, un poco más o menos de regulación del Estado, lo propio es que nuestro sistema es el capitalismo y si se quiere otro sistema hay que reformar la Constitución. Si no, estamos hablando de otro país, de otra realidad».
Esta sentencia necesita una traducción porque Rosatti señala que es relevante preguntarse algo que no es ningún motivo de controversia en el debate político local salvo para mentes afiebradas. Las fuerzas políticas mayoritarias no plantean alterar el sistema capitalista, por el contrario debaten cuál es el mejor sendero capitalista para el desarrollo.
¿Cuál fue el motivo entonces del mensaje de Rosatti? La idea es que el capitalismo es Estados Unidos y no es China. Lo dijo en la Cámara de Comercio de Estados Unidos para que no queden dudas de la protección que pretende ante los cuestionamientos demoledores que están apareciendo contra él y los otros tres supremos en la Comisión de Juicio Político en el Congreso.
El mensaje amenazante al Banco Central
Rosatti también se involucró en un debate tradicional entre economistas referidos a la política monetaria. Afirmó que «de paso, les digo que el artículo 75 inciso 19 de la Constitución Nacional manda defender el valor de la moneda, lo cual tiene que llamarnos la atención de la expansión incontrolada de la emisión monetaria porque eso implica traicionar el mandato de la Constitución, que está por encima de todos nosotros».
Es necesario también decodificar este mensaje. Rosatti repite la falacia ortodoxa acerca de que la emisión es un fenómeno esencialmente monetario y se identifica con este postulado conservador. Pero avanza, de paso, con una amenaza a las autoridades del Banco Central.
De esta afirmación se deduce que emitir mucho es inconstitucional, pero Rosatti no cuantifica cuánto es mucho. Por lo tanto eso quedará a criterio de, eventualmente en una causa, la Corte Suprema. En caso de una sentencia judicial respecto a que hubo una «emisión incontrolada», con criterios hoy desconocidos, el presidente del Banco Central y su directorio estarían violando la Constitución con la consiguiente condena judicial.
¿La emisión monetaria para financiar el ATP y el IFE durante la pandemia sería «incontrolable», según la definición de Rosatti? Resulta interesante profundizar el debate sobre la política monetaria puesto que aquí predomina una corriente de pensamiento económica que excluye análisis alternativos. Pero que el presidente de la Corte Suprema se involucre de este modo sólo es funcional a la derecha económica reaccionaria, además de pretender condicionar la política económica mencionando la supuesta inconstitucional de la emisión monetaria.
Existen varios argumentos que la secta de economistas ortodoxos esgrime contra la emisión monetaria, pero hasta ahora no había habido uno que además sostuviera el absurdo de que es inconstitucional.
De tanto repetirlo se terminan convenciendo de que el problema de Argentina nació con el peronismo
El presidente de AmCham y titular del banco JP Morgan, Facundo Gómez Minujín, afirmó que «Argentina se encuentra en constante declive hace ya 70 años y claramente esa decadencia se ha ido acelerando». Que esta definición la haya dado Mauricio Macri en su momento, como parte de la justificación de su fracaso es de algún modo entendible con una mirada indulgente. Pero que sea replicado por el representante de las empresas estadounidenses en el país expresa la incomprensión profunda del establishment del proceso histórico del país.
Gran parte del poder económico está convencido de que el problema económico argentino, abonado por una legión de académicos de derecha, fue y sigue siendo el peronismo. Desean y proponen un país que no puede ser, o sea que no haya ni peronismo ni peronistas, que termina en proyectos políticos y programas económicos regresivos con resultados desastrosos.
Como no aceptan que la Argentina no puede regresar a una forma de organización social y económica previa a 1930, una y otra vez sus intentos en este sentido culminan en crisis fulminantes. Así fue en cada uno de los tres períodos políticos con estrategias económicas neoliberales (dictadura militar, la década del ’90 y el gobierno de Macri).
El hijo de la notable artista plástica Marta Minujín y el destacado economista y experto en materia tributaria Juan Carlos Gómez Sabaini adelantó además que «la economía comenzó a sentir la desaceleración a fines de 2022, continuando el enfriamiento en el primer trimestre de este año, que nos lleva a anticipar que una vez más ha comenzado una nueva recesión para nuestras ya debilitadas finanzas; lamentablemente viviremos una recesión con inflación».
Las cifras de la macroeconomía del primer trimestre exhiben desaceleración pero no recesión. Como se sabe, los economistas determinan que técnicamente se declara una recesión cuando se acumulan dos trimestres consecutivos del Producto Interno Bruto con saldo negativo. No es la situación por ahora ni el comportamiento de la economía en el primer trimestre de este año; más bien la tendencia que se vislumbra es estancamiento con inflación.
Gómez Minujín expresó cuál es el sendero económico que pretenden las empresas estadounidenses: «Estamos convencidos en AmCham que una vez que se elimine el déficit fiscal, se le dé verdaderamente independencia al Banco Central y a su directorio, y se recorte el excesivo gasto del Estado el país comenzará a crecer de manera constante y beneficiosa para toda la población».
Son las líneas centrales del programa de la derecha que una y otra vez es ofrecido a la sociedad, con el saldo conocido de agudizar una crisis, como sería en el actual proceso, o la de precipitar una de proporciones, como ha sucedido en ocasiones pasadas.
La derecha política y económica ha comenzado, de este modo, con la campaña electoral pero en este caso con un grado de desorientación y dudas que inquieta a más de uno de sus integrantes.