«Con lluvia y todo acá estamos», repetían, hasta el hartazgo, el empapado conjunto de intendentes, sindicalistas, legisladores, dirigentes sociales y funcionarios nacionales y bonaerenses que había asistido a escuchar a Cristina Fernández de Kirchner en Plaza de Mayo. Eran casi 300 invitados seleccionados especialmente por la vicepresidenta que, durante la hora que duró su discurso, se encolumnaron en el escenario detrás de CFK mientras, en frente, una multitud coreaba «Una más y no jodemos más». Si bien más de un dirigente kirchnerista admitiría, por lo bajo, haberse quedado con sabor a poco, el mensaje, para la mayoría, había sido claro: candidata o no, CFK era hoy la líder indiscutida del desordenado panperonismo. Respaldada por todo el arco frentetodista – con mención especial a un primer anillo de poder compuesto por «Wado» de Pedro, Sergio Massa, Máximo Kirchner y Axel Kicillof – la ex presidenta oficializó, así, que se había puesto en modo campaña.

Paraguas, capuchas, bolsas de plástico, trompetas, familias intentando acercar (o alejar) el cochecito del escenario, puestos de choripán que le hacían la guerra a una lluvia que, con el correr de la tarde, se iría haciendo cada vez más intensa: la Plaza de Mayo era un caos de liturgia peronista en el que las banderas de las agrupaciones políticas y sociales se entremezclaban con una amplia militancia inorgánica y silvestre. La fiesta patria por el 25 de mayo confluía con el 20 aniversario de la asunción de Néstor Kirchner a la presidencia y por todos lados pululaban, desde el mediodía, pingüinos e imágenes de Néstor y Cristina abrazados. «Yo creí en la política por primera vez con Néstor», relataba la legisladora porteña, Victoria Montenegro, mientras intentaba acercarse a la carpa blanca al lado del escenario que agrupaba, desde las dos de la tarde, a toda la dirigencia que, una hora y media después, participaría del acto junto a CFK.

Los propios dirigentes no podían ocultar sus expectativas: si bien repetían en público que no creían que la vicepresidenta fuera anunciar la fórmula presidencial, predominaba un runrún de especulaciones en torno a si bendeciría a alguno de los nombres que ya se habían puesto en campaña. «Vamos a ver si por fin dan un indicio de cuál va a ser la fórmula, querido», deslizó la madre de Plaza de Mayo, Taty Almeida, entre las risas de les militantes de Derechos Humanos que la acompañaban a la carpa.

Durante toda la previa del acto, el nombre que más se repetía era el del ministro de Interior, Eduardo «Wado» de Pedro. «Para nosotros, sería un orgullo que Wado sea el candidato porque es una persona preparadísima. Es un militante y sabe lo que hay que hacer para que cosas como la última dictadura no nos vuelvan a pasar», comenzó, desde temprano, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, a quien se le fueron sumando otros dirigentes políticos y sindicales, como Hugo Yasky y Mariano Recalde. «Cristina conduce. Tenemos que votar al mejor de los nuestros, al mejor de nuestra generación a la que se refirió Cristina», declaró, mientras tanto, la senadora Juliana Di Tullio. Otro de los nombres que se repetía – aunque por lo bajo – era el del gobernador Axel Kicillof, aunque el mismo se encargó de apaciguar los ánimos: «No es tiempo de especulaciones, es momento de preguntarse qué hacer en esta etapa tan complicada», zanjó el gobernador bonaerense, uno de los últimos dirigentes en llegar y, a su vez, el que más aplausos y pedidos de fotos generó con su arribo.

El mensaje es la foto

Finalmente, CFK no hizo una definición electoral – «Nadie esperaba objetivamente que lo hiciera, aunque en el fondo sí teníamos la esperanza de que lo dijera», admitió un importante dirigente de La Cámpora -, pero la foto que dejó con toda la dirigencia frentetodista encolumnada detrás suyo dio lugar a muchas interpretaciones. En primer lugar, la presencia de todas las tribus oficialistas. Había funcionarios nacionales – como Gabriel Katopodis (Obras Públicas), Daniel Filmus (Ciencia y Tecnología), Tristan Bauer (Cultura) y Fernanda Raverta (ANSES) -, intendentes – como Mayra Mendoza y Mario Secco -, funcionarios bonaerenses – como Andrés «Cuervo» Larroque -, sindicalistas – como Hugo Yasky y Roberto Baradel -, dirigentes sociales – como Grabois y Daniel Menendez -, y numerosos legisladores nacionales y bonaerenses. Había incluso, unos pocos dirigentes albertistas, como Victoria Tolosa Paz y Juan Manuel Olmos, aunque no todos. También gobernadores, pero eran pocos: solo Kicillof, Alicia Kirchner (Santa Cruz) y Ricardo Quintela (La Rioja). El gran ausente era, una vez más, el presidente Alberto Fernández. «Está claro que la que conduce el FdT es Cristina», declaró Secco, al finalizar el acto. «Hoy se abre una nueva etapa en la que Cristina quedó colocada en el centro de toda la estrategia y armado electoral», sumó, a unos pocos metros (e igualmente empapado), Yasky.

La segunda imagen que captó la atención de la dirigencia fue el primer cordón que rodeó, visiblemente, a la vicepresidenta durante todo su discurso: Massa, Wado de Pedro y Máximo Kirchner, a su izquierda, y Kicillof, a su derecha. «Ahí tenés a los cuatro que van a tener el protagonismo del armado electoral», precisó un dirigente que dialoga cotidianamente con la vicepresidenta. La cercanía entre De Pedro y Massa volvió a suscitar teorías sobre una posible fórmula conjunta, aunque la mayoría de la dirigencia kirchnerista coincide en que la posibilidad de una candidatura del ministro de Economía es cada vez más lejana. «Hay encuestas en las que aparece que su imagen sube… debe ser el único con la habilidad de subir en las encuestas mientras la inflación sube», ironizó un legislador cristinista.

Por fuera del juego interpretativo de las posiciones, la dirigencia kirchnerista que, todavía hoy, canta «Cristina presidenta» coincidió en que el mensaje más fuerte lo dejaba la plaza colmada de gente bajo la lluvia. » Lo importante acá es el nivel de la movilización y el escenario con un peronismo unido con una conducción clara y la militancia satisfecha de seguir viéndola a ella en ese lugar», afirmó Larroque, quien supo ser uno de los principales impulsores del CFK2023, a la salida del acto. A unos metros, su compañera en el gabinete bonaerense, la ministra de Gobierno Cristina Álvarez Rodríguez, agregó: «Ese es el amor del pueblo que no se compra. Con este acto de hoy se empieza a levantar el peronismo porque la gente masivamente se volcó a la calle al encuentro de Cristina».

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