El anuncio de último momento de Unión por la Patria con la fórmula de unidad integrada por Sergio Massa y Agustín Rossi, desubicó todas las predicciones. Son candidaturas inesperadas donde ninguno de los dos que la integran podrían llamarse “cristinistas”, aunque Cristina Kirchner es la figura que convoca más votos y moviliza a la militancia que hará la campaña.

Sergio Massa ha construido una relación estrecha con Máximo Kirchner desde antes de las elecciones de 2019, que se consolidó después en la Cámara de Diputados. El ex intendente de Tigre acumuló puntaje cuando asumió la cartera de Economía en una situación muy difícil después del portazo de Martin Guzmán, con un pico inflacionario y fuertes presiones devaluatorias.

Al igual que el renunciante Guzmán, el nuevo ministro tenía buenos puntos de contacto en Estados Unidos. Fue uno de los motivos por el cual llegó Guzmán al gobierno de Alberto Fernández y fue también el motivo por el cual fue expelido cuando esos contactos endurecieron la negociación con el Fondo Monetario y le impusieron un acuerdo plagado de condiciones a cambio de muy pocas concesiones.

Massa ha desplegado una intensa actividad. Es un funcionario que toma decisiones y no espera que sucedan las cosas. Tampoco puede decirse que esos contactos en el Norte le hayan funcionado mejor que a Guzmán, pero su negociación permanente pudo esquivar el mal mayor que hubiera sido la devaluación. Si bien no encaró una negociación a fondo que liberara al país de los condicionamientos sobre el déficit y las reservas, se trata del último año del gobierno, con la campaña electoral a pleno, lo cual no configura una situación favorable para encarar una negociación de ese tipo.

Con este bagaje, parecía que Massa llegaba muy desgastado a la definición de las candidaturas, sobre todo porque el dato que más lo afecta es el alto índice de inflación, que no ha podido bajar en forma consistente. Sin embargo, en la puja de fuerzas que se desató entre el albertismo, Cristina Kirchner y los gobernadores, el nombre de Massa recuperó tamaño.

Más allá del vínculo estrecho con Máximo Kirchner, la figura de Massa, como jefe del Frente Renovador, tendrá problemas para traccionar a una militancia juvenil que ha sido uno de los puntales del peronismo y del ex Frente de Todos, tanto en la oposición como en las campañas. Agustín Rossi es un dirigente ubicado dentro del kirchnerismo, pero con juego propio, también cercano a Alberto Fernández. Ninguno de los dos tienen conexión directa con los sectores más militantes del peronismo.

Aunque tiene el respaldo de los gobernadores que ganaron en sus distritos, es una fórmula a la que le falta el tono de Cristina Kirchner, la pieza más fuerte de UP, por lo que tendrá que trabajar primero sobre sus propias líneas. Y eso incluye a las bases de los propios gobernadores. Esta sería la segunda gestión del Frente Renovador que dirige Massa y al que pertenecía el actual presidente. Uno de los argumentos que han circulado es que Massa mide más que Wado, pero es todo lo contrario y por más diferencia entre los que deberán militar la campaña.

La fórmula deberá hacer un recorrido que comience con el compromiso con un programa creíble que incluya sacarse de encima las cláusulas sofocantes del Fondo Monetario, y deje la negociación de parches que solucionan un problema para crear otro. Y tiene que ser una propuesta que garantice políticas de distribución del ingreso que han sido la carencia más notoria del actual gobierno. Los candidatos tienen la tarea de ofrecer al país un modelo diferente al que proponen los candidatos de Juntos por el Cambio, muy ejemplificado por la situación desastrosa de Jujuy.

Es obvio que la situación de Jujuy es más dramática que el anuncio de las candidaturas, pero hay una relación de causa y efecto en esa provincia que hace pocas semanas en las elecciones respaldó ampliamente al gobernador Gerardo Morales y ahora es escenario de masivas movilizaciones en su contra. Los pueblos originarios que cortan rutas han reclamado, incluso, la renuncia del mandatario.

La crisis en Jujuy salió a la luz por el reclamo de los docentes, que perciben los salarios más bajos del país. El reclamo salarial se extendió a otros sectores y confluyó con el que venían haciendo las comunidades originarias contra el extractivismo que afecta el medio ambiente, que sólo les deja ruinas y desechos y contra una reforma constitucional que les quita derechos sobre sus tierras ancestrales. La respuesta a las protestas fue una brutal represión que todavía continúa y reformas a la constitución provincial para penalizar la protesta callejera.

La crisis en Jujuy tuvo varias facetas llamativas. En primer lugar por su masividad y porque muchos de los que participan en las manifestaciones votaron por las listas de Gerardo Morales como si al momento de hacerlo hubieran disociado los problemas que tienen, de la representación política que eligen. Por eso es importante subrayar la relación entre ajuste, represión y elecciones.

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