El mapa no deja lugar a dudas. El apoyo de Javier Milei tuvo su mayor empuje en el interior del país, al ser el candidato más votado en 14 de las 24 jurisdicciones nacionales. En varias de ellas, como Salta, Jujuy, Córdoba y San Luis, el candidato ultraderechista superó ampliamente su porcentaje de la general y recopiló casi uno de cada dos votos en esas regiones. La contrapartida estuvo mayoritariamente en el AMBA, en el cual la potencia electoral de Milei encontró un freno, con porcentajes menores al 25 por ciento.

Y ante esos números, el diputado nacional reaccionó: en una de sus entrevistas post PASO, ante un “incrédulo” conductor -ahora con un programa de streaming– reiteró uno de sus proyectos centrales de su plataforma electoral: eliminar la coparticipación federal, el principal aporte que tienen la mayoría de las provincias (según un informe del CEPA) para administrar sus gastos, por ejemplo, en lo que remite a la seguridad, educación y salud.

Milei no solo lo dice frente a una cámara, sino que lo escribió y lo firmó ante el Juzgado Electoral cuando debió presentar su plataforma. Allí, en la página 3, la misma que promete una reforma en Salud (que incluye “arancelar todas las prestaciones») e incluir cambios en Educación (con los “vouchers”), el neoliberal promete dejar sin “coparticipación” a las provincias. Así, sin una coma de más.

Coparticipación, un mecanismo para amainar la desigualdad

Las provincias tienen, básicamente, dos formas de obtener sus ingresos tributarios. Por un lado, existen los impuestos netamente provinciales -compuestos primordialmente por Ingresos Brutos, Impuesto Inmobiliario, Impuesto Automotor y Sellos- y por otro está lo que se llama la Coparticipación Federal de Impuestos. Esto es un fondo compuesto por lo recaudado en concepto de ciertos impuestos nacionales, con el cual, el Estado Nacional le transfiere recursos a las provincias.

“Se llama correspondencia fiscal. Vos gastás en función de lo que recaudás”. Con esa frase, Milei no disimula su intención de eliminar el mecanismo por el cual el Gobierno nacional redistribuye la recaudación del total del impuesto a las Ganancias y casi el 80% del IVA.

Este sistema, diseñado en 1987 y reafirmado por la Constitución de 1994, no dispone la distribución según lo aportado por sus habitantes actuales ni tampoco en relación a la población per cápita. Los porcentajes varían, siendo Buenos Aires la que más recibe (alrededor del 20% del Fondo) pero con un desfase en cuanto a lo que aporta: más del 33 por ciento del PBI. CABA mantiene un fenómeno similar. Pero ya en el resto de las jurisdicciones la situación es inversa: reciben más fondos coparticipables que lo aportado al Producto Bruto Interno. Un esquema que tiene lógica para quienes piensan que la desigualdad -por factores demográficos- es un ítem a combatir.

La motosierra de Milei, sin embargo, no finaliza ahí. Es que, con su Excel en la cabeza, el ultraderechista también pretende desfinanciar los recursos distribuidos a las provincias bajo el fondo de Aportes del Tesoro Nacional a las provincias (ATN) y así, recortar lo que el denominado “gasto público”. Aquella caja -derivada del 1% de los impuestos nacionales- es administrada por el Ministerio del Interior. Milei iría por la torta, pero también por las migajas.

El caso particular de Tierra del Fuego

35.697 votos. Eso fue lo recopiló Milei en la provincia más austral. Es que en Tierra del Fuego, el exasesor del genocida Antonio Bussi fue el candidato más votado, con el 35,3 por ciento de los votos. Un porcentaje por encima de Unión por la Patria, que recopiló el 29,3 por ciento -y que gobierna el terruño- y de Juntos por el Cambio, que apenas superó la barrera de los veinte puntos porcentuales.

La medida de eliminar la coparticipación implicaría que la provincia sufra un hachazo en su presupuesto, siendo ésta la jurisdicción que mayor plata recibe per cápita vía coparticipación. Pero no sólo eso, sino que lo que pregona la plataforma electoral es la apertura irrestricta de importaciones y la eliminación de incentivos a la actividad industrial. Lo que derivaría en tirar por la borda el Régimen de Promoción que rige en la isla, en la cual se cuenta con beneficios fiscales y aduaneros para incentivar la residencia en una zona estratégica.

 

Y por si fuera poco, esto es lo que decía, años atrás, en una entrevista radial.

Factibilidad

La última pregunta que flotan en el aire es, quizás, la más importante. ¿En el caso de que llegue a la Rosada, Milei podría quitar la Coparticipación vía decreto? La respuesta es una sola: no. Este sistema figura en la Constitución Nacional, por la cual el diputado debería conseguir que los dos tercios de ambas Cámaras accedan a reformar la Carta Magna y modifiquen el Artículo 75 del texto. Algo impensado para una fuerza que, como mucho, podría asiprar a ser la tercera bancada más fuerte en la Cámara Baja.

La otra opción sería reducir el IVA y Ganancias -ambos tributos que aportan a la Coparticipación- a 0, lo cual la Coparticipación no tendría más fondos. La consecuencia sería bajar la recaudación nacional a más de la mitad y dejar a las regiones solo con sus ingresos provinciales, números que reducirían el presupuesto provincial a casi cero.

 

Pero nada de eso explica Milei. Solo promete eliminar la Coparticipación y que “cada provincia viva con lo que tiene”.

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