Temporal de lluvias y en algunos casos con granizo, fuertes vientos, barrios inundados y unas 1300 personas evacuadas en el Área Metropolitana de Buenos Aires, el AMBA. Este violento paisaje describe la jornada de este jueves, signada por la tormenta eléctrica que había anticipado el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) con alerta amarilla que podía mutar a roja. Esta vez el pronóstico fue acertado y las lluvias, desde el amanecer, tuvieron el carácter de un diluvio intermitente sobre la Ciudad de Buenos Aires, el conurbano bonaerense y especialmente en La Plata. La marca llegó a más de 150 milímetros de agua en menos de 8 horas y hubo vientos de más de 60 kilómetros por hora. Y aunque al final de la jornada se especuló con el saldo de «víctimas fatales» en la zona de San Fernando –una de las más afectadas–, desde la Unidad Táctica de Operaciones Inmediatas de Seguridad, de la provincia de Buenos Aires confirmaron a este diario que «no hay muertes ni personas desaparecidas».
La desolación fue la marca de este trágico día para las familias que tuvieron que ser evacuadas. Y la asistencia, tanto desde el gobierno de la provincia de Buenos Aires como del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, acompañó a los vecinos desde la mañana. Mientras en los centros de evacuados en La Plata reclaman la presencia del intendente Julio Garro. Y en la ciudad de Buenos Aires pedían “las explicaciones que nunca llegan para saber por qué siempre pasa esto” exigía una mamá con cinco niños ante las cámaras de televisión. “Llovía y llovía y el agua no drenaba” reclamaba.
“Hay sectores anegados, estamos trabajando desde la madrugada con la coordinación del Ministerio de Seguridad de la provincia” explicaba a Página/12 el Director provincial de Defensa Civil, Fabián García. La ciudad de La Plata revivía la incertidumbre y el desasosiego de las inundaciones de 2013, pero esta vez los barrios más afectados se concentraban en el oeste de la ciudad.
En tanto en CABA, los barrios del centro veían cómo sus calles se convertían en violentos cursos de agua, muchos árboles caían sobre los coches estacionados, y la inundación anegaba las calles en el barrio Mugica de Retiro, y en la ribera del Riachuelo. “Pero lo más complicado es la zona norte, que es la más baja de la Ciudad”, explicaba cerca del mediodía el director porteño de Defensa Civil, Alberto Carita. Y destacaba que hasta el momento “entre los sucesos reportados a la central de emergencias, se produjeron cortes de calles de modo total y parcial en distintos barrios”.
En La Plata, con cientos de familias evacuadas en cada uno de los cuatro centros de emergencia dispuestos por la ciudad, se suspendieron las clases y muchos revivían los trágicos episodios de 2013. Ante la emergencia, el gobernador Axel Kicillof se comunicó con el intendente Julio Garro, y puso a disposición los recursos provinciales. Kicillof siguió de cerca la evolución de la tormenta y su impacto, confirmaban en su entorno, cuando pasado del mediodía ya se identificaba como sus zonas más críticas los barrios de Los Hornos, Melchor Romero, Lisandro Olmos, Abasto y San Carlos.
En la capital bonaerense la emergencia crecía alrededor de la zona “cercana al arroyo El Gato, que no tuvo obras de entubamiento y que fue lo que produjo la tragedia de 2013 –detalló García a Página/12–, porque allí desembocan varios arroyos menores que después desembocan en el Río de la Plata. En la zona más cercana a la desembocadura del río se controla más la situación, pero en lo que está alejado no, y cuando llueve el agua desborda” describió.
Los vecinos platenses en los centros de evacuados reclamaban “al intendente (Julio) Garro porque no está en los lugares que se necesita”. Otra vecina manifestaba su dolor ante las cámaras de TV y era categórica: “Tuvimos que dejar todo y además estamos con el miedo de que nos roben en las casas, las cosas que dejamos, y acá al intendente ni se lo ve” se quejaba. Era una de las tantas personas que antes del mediodía veían subir el nivel de agua dentro de sus casas, hasta casi un metro de altura sobre todo en los barrios cercanos al arroyo El Gato.
La asistencia a los damnificados en la capital provincial se desplegó desde el comando de emergencias del Ministerio de Seguridad provincial, que concentró sus recursos sobre todo en el oeste de la ciudad. Y en el cordón hortícola platense donde los pequeños productores agropecuarios también tuvieron que ser asistidos por la emergencia ya que la devastación del temporal afectaba no solo sus viviendas, sino también sus predios de cultivos.
En lugares como Avellaneda, Florencio Varela, Quilmes y Lomas de Zamora también era intensa la actividad de los equipos de rescate. Sin embargo la situación, a media tarde, ya se informaba como “controlada pero en alerta extrema” como explicaba a Página/12 el director provincial de Defensa Civil. Y desde el Ministerio provincial de Desarrollo de la Comunidad se intensificaba la asistencia en los centros de evacuados y en el relevamiento de los casos críticos.
Entre las zonas más afectadas de conurbano, además de la ciudad de La Plata, se identificó a Berisso, Quilmes y La Matanza. En la capital provincial, donde hasta el mediodía se registraron más de 1000 familias afectadas por el temporal, se realizaban operativos para asistir con entrega de alimentos, elementos de higiene y de emergencia en los centros de evacuados. Y aunque desde ese municipio platense se dispuso de tres centros de evacuación ubicados en 137 y 63 (Los Hornos); 7 entre 77 y 78 (Villa Elvira), y 517 entre 171 y 172 (Melchor Romero), los lugares no lograban contener a la cantidad de familias evacuadas.
“Tenemos alerta desde ayer –confirmó García–, teníamos previsto las lluvias, había alerta amarilla del SMN y sabíamos que en algunos sectores en el noroeste de La Plata, íbamos a tener lluvias importantes. Ayer, en distritos como Villa Gesell, ya hubo personas evacuadas y algunos autoevacuados por voladuras de techos por el viento. El granizo además afectó la zona norte del AMBA, San Fernando, Tigre, y un poco el Delta” precisó.
Mientras, en la Ciudad de Buenos Aires se trabajaba después del mediodía en las calles donde los arboles habían caído sobre los coches estacionados y en los barrios inundados de la Ribera. Hubo cortes de luz en varios barrios. Y lugares céntricos como los bosques de Palermo, inundados, exponían la dimensión del temporal. La Avenida Libertador, como si fuera un río, llevaba agua en forma persistente. Retiro, Belgrano, Núñez e incluso Chacarita figuraban entre los más afectados del centro de la ciudad. No tanto como la inundación de calles y casas, en los asentamientos ubicados en la ribera del Riachuelo.
El alerta amarilla mutó a naranja y a rojo en forma intermitente hasta pasado el mediodía. Y hasta las 18 se mantenía el alerta y se extremaban los cuidados entre la población. Esto lo había informado el SMN por las lluvias y tormentas fuertes con posible caída de granizo “para la Ciudad de Buenos Aires, y amplios sectores de la provincia de Buenos Aires, Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe”. También anunció alertas “por lluvias para el este de la Patagonia, por nevadas para Río Negro, Chubut y Santa Cruz, y por vientos en la zona costera de la provincia de Buenos Aires”. Lo que se fue confirmando en la mayoría de estas provincias durante la jornada.
Bajarse del avión
“Subí al avión a las 10:30 porque el vuelo salía a las 11, y estuvimos cinco horas ahí adentro, hasta recién que nos hicieron bajar” explicó a Página/12 un pasajero frecuente que esperaba nuevamente, a las 15:30, en la zona de embarque del Aeroparque Jorge Newbery donde este jueves se vivió una jornada de caos delineada por la lluvia torrencial que afectó al AMBA. Hubo cincuenta vuelos cancelados. La tormenta eléctrica impedía la actividad en las pistas, y los pasajeros –muchos dispuestos a pasar el fin de semana largo en algún destino turístico nacional–, hasta la media tarde no sabían a ciencia cierta si sus vuelos estaban demorados o cancelados, y en este último caso, no tenían certeza sobre cuándo podrían ser reprogramados.
«El avión se movía estando parado en la pista ¡por los vientos!» se admiraba este pasajero, ya en la zona de embarque, mientras esperaba para poder retirar su equipaje, que había despachado a la bodega del avión a las 9 de la mañana, y mientras a su alrededor, cientos de personas en larguísimas colas colmaban el edificio esperando equipajes, o buscando reprogramar sus vuelos ya que los centros de atención telefónica estaban saturados.
Ocurre que “durante una tormenta eléctrica no se puede operar –detalló–, y no puede haber gente trabajando en la pista”. Por eso recién a las 17 horas pudo reencontrarse con su equipaje. “Lo interesante –remarcó mientras buscaba salir del lugar atiborrado de gente–, es que salvo algún grito, la gente estaba molesta pero tranquila, se entendía que la situación era producto de un caso de fuerza mayor”. Y con templanza, luego de una hora esperando por un taxi, logró dejar el aeroparque, con destino a la terminal de micros de Retiro, en busca de un bus de larga distancia que lo llevara a su destino vacacional.