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La Libertad Avanza en peligro de derrumbe

La Libertad Avanza con peligro de derrumbe en el armado. La intempestiva alianza que Javier Milei selló con Mauricio Macri sigue poniendo en peligro los cimientos sobre los que se levantó lo que había hasta ahora en el espacio de extrema derecha. El hotel Libertador –donde Milei virtualmente está viviendo desde las elecciones de octubre– fue nuevamente escenario de un encuentro tenso, comunicado puertas afuera como una foto feliz. Hacia adentro, sin embargo, se repitieron escenas de reproche y cruces alrededor de la pregunta sobre qué lugar ocupará la tropa de la primera hora en este rearmado.

Es que además de irrumpir en la escena política y llegar a presidenciable en tiempo record, Milei logró otro inédito: que sus legisladores anuncien que rompen con el espacio antes de asumir sus bancas. Y que denuncien, también inéditamente, que el líder de la fuerza y su círculo íntimo cortó todo contacto con ellos después de las elecciones. Otras figuras clave, como «el Japonés» Carlos Kikuchi, alzan reparos contra los «condicionamientos» de la avanzada PRO en la selva del león.

A Kikuchi hoy desde el núcleo duro mileísta (con centro gravitacional en Karina Milei) le recriminan haber arrimado, como armador, a algunos de los legisladores electos que hoy son los primeros en bajarse del barco, o en amagar públicamente a hacerlo –caso Pablo Ansaloni o Fabián Luayza–, incluso generando en su momento discusiones al interior de ese armado. El ya electo senador de la legislatura bonaerense, por su parte (entró por la segunda sección), advierte sobre los costos de la irrupción PRO, en la que ya se recortan figuras como la de Guillermo Dietrich.

«Ante una eventual victoria de Milei mi principal preocupación es que no posee experiencia alguna en gestionar, en liderar alguna organización pequeña, mediana o grande. Ni en el ámbito público, ni el privado», había apuntado en agosto pasado el exministro de Transporte de Macri, sin observar mayores diferencias con las posturas ultra del espacio. El desembarco PRO parece haber llegado para buscar ese rumbo en la toma de decisiones, con la fiscalización como primer gran tema, ahora planteado en términos de «gestión» –una palabra que, pudo saber Página/12, comenzó a aparecer en los mitines libertarios y llamó la atención a más de uno–. No son pocos, tampoco, los que ven en esta avanzada de gestión la punta del ovillo de la «colonización PRO».

La selfie feliz sobre la grieta interna. 

Avanzan los comunicados

La semana pasada, un grupo de legisladores nacionales, provinciales y del Mercosur había difundido un comunicado que los alejaba del espacio. Algunos de ellos, sin desmentir que lo había firmado, aclararon luego que no estaban rompiendo, sino solo protestando. El caso más llamativo es el del Pablo Ansaloni, presidente del partido FE y ex referente de Uatre, que copó los medios despotricando contra Macri («no tenemos nada que hacer en este espacio, fuimos destratados por este señor y por ende no podemos estar en el mismo lugar que esté él», dijo, por ejemplo) y luego apareció sonriendo en la reunión de La Libertad Avanza.

El lunes se sumó otro comunicado de ocho legisladores electos por La Libertad Avanza en la Legislatura bonaerense (Gustavo Cuervo, Fabián Luayza, Viviana Romano, Martín Rozas, María Salomé Jalil, Blanca Alessi, Sabrina Inés Sabat, María Laura Fernández), muy duro y concreto en sus términos: «No podemos dejar de manifestar nuestro disgusto por la pretensión de coptar y colonizar el futuro gobierno nacional por parte de Mauricio Macri y sus colaboradores, que forman parte del fracaso del pasado reciente y a los que no hemos dudado en calificar durante toda nuestra campaña como integrantes de ‘la casta política’ a la que vinimos a vencer», dejaron sentado.

«No buscamos romper a La Libertad Avanza, solo plantear nuestra disconformidad», salió a aclarar después Luayza. «Macri colonizó La Libertad Avanza y no creo que sea gratis», abundó. Reclamó, además, que Javier y Karina Milei dejaron de contestarles después de sus planteos

Cuervo fue ayer en la misma línea: “No se trata de una ruptura, sino de una expresión de desaprobación del copamiento de Macri sobre nuestro espacio político”, le dijo a Buenos Aires/12. «Estamos dispuestos a compartir una agenda legislativa con el PRO, pero de ninguna manera a recibir órdenes de gente de otro partido, que además ya fracasó y es parte de la casta política». Uno a uno, la estrategia parece ser salir a marcar una cancha que empieza a estar demasiado embarrada.

Tanto, que Milei y compañía tuvieron que suspender a último momento la caravana que habían anunciado en Bahía Blanca para el martes al mediodía, un bastión conservador bonaerense en el que también aflora el descontento libertario por el pacto de Acassuso.

Entre las pocas cosas que van quedando claras en el nuevo mileísmo, una se escenificó en la visita del ex anti casta a El Palomar, en su recorrida de campaña. Al terminar su breve discurso, la gente le respondió con el «Sí, se puede» patentado en estas tierras por MM. Lejos de acallar el grito, el orador lo arengó desde el escenario.

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