Durante un encuentro con movimientos populares que tuvo lugar en el Vaticano, el papa Francisco criticó duramente al gobierno de Javier Milei por desatar su política de represión contra los jubilados en vez de responder a sus demandas. “En vez de pagar la justicia pagó el gas pimienta”, cuestionó el pontífice. Además, reveló que un empresario argentino le habló sobre un caso de coimas.
La objeción contra las prioridades de la administración de La Libertad Avanza (LLA) fue hecha ante referentes sociales de todo el mundo que se dieron cita en Roma bajo el lema “Plantando bandera frente a la deshumanización”.
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Allí, el papa argentino dio un discurso donde remarcó que los axiomas de “tierra, techo y trabajo son derechos sagrados” para la humanidad e hizo un repaso por algunos de los dramas que los sectores más pobres enfrentan en sus países.
El gas pimienta
Aunque no mencionó particularmente a la Argentina, Jorge Bergoglio la aludió. Contó que vio un video de “una represión de hace una semana, menos quizás”, de la que fueron víctimas “obreros y gente que pedía por sus derechos en la calle”.
“El Gobierno se puso firme y en vez de pagar la justicia social pagó el gas pimienta, le convenía. Ténganlo en cuenta a eso”, cuestionó.
A lo que el Papa aludió fue a una de las tantas polémicas desatadas tras las sucesivas marchas de jubilados en Buenos Aires: el costo de la represión.
Según se pudo establecer, el valor de cada envase de gas pimienta utilizado por las fuerzas de seguridad durante los mega operativos desatados por Patricia Bullrich es de 250 mil pesos aproximadamente. Más caro que un haber jubilatorio mínimo, que asciende a los 234 mil pesos.
El papa Francisco continuó sorprendido: “La policía la rechazaba (a la manifestación) con una cosa que es lo más caro que hay, que es el gas pimienta de primera calidad” y bajo el argumento de “que no tenían derecho a reclamar lo suyo porque eran revoltosos, comunistas. No, no, no”, juzgó.
“Ténganlo en cuenta a eso”, resaltó en referencia a las prioridades del gobierno de Javier Milei frente a las necesidades de los sectores más empobrecidos donde hizo recaer la parte más dura de su plan neoliberal.
Un caso de coimas
Pero la represión no fue el único escándalo argentino al que se refirió el Papa. Durante su alocución reveló también que tomó conocimiento de un caso de coima en el país. Lo contó mientras hablaba sobre la “avaricia” de los sectores más ricos, a los que criticó por “oponerse a la realización de la justicia social”. Precisamente, uno de los tópicos de cada uno de los discursos de Javier Milei.
Al caso de coima lo refirió sin dar nombres ni precisiones. Relató que “un emprendedor internacional que estaba haciendo en Argentina inversiones de extensión” le contó que “fue a presentar al ministro el nuevo plan de nuevas extensiones. El ministro lo atendió muy bien y le dijo ‘déjemelo, ya lo van a llamar’”.
“Al día siguiente –prosiguió- lo llamó el secretario del ministro y le dijo: ‘Mire, dentro de unos días puede pasar así le entregamos el permiso y todo’. (A los días) pasó, le entregó las firmas y cuando se estaba por levantar (el secretario) le dijo: ‘¿Y para nosotros cuánto?’ Y para nosotros cuánto, la coima. El diablo entra por los bolsillos, no se olviden.”
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«Los acompaño en su camino»
Francisco también alentó a los referentes sociales a seguir siendo “protagonistas de la historia”. “Ustedes no se achican, ustedes van al frente”, los elogió. “Ustedes tiene que ayudar a los políticos para que no se entreguen a los cocodrilos (…) Ustedes tienen que ser custodios de la justicia social, tienen que estar ahí para recordarles al servicio de quiénes están.”
“No solo protestan, que está muy bien protestar, sino que realizan innumerables obras de inclusión desde la más absoluta precariedad; a veces sin ninguna ayuda del Estado y otras perseguidos. Los acompaño en su camino”, insistió el Papa.
En este sentido, remarcó que “si el pueblo pobre no se resigna, si el pueblo se organiza y persevera en la construcción comunitaria cotidiana, y si a la vez lucha contra las estructuras de injusticia social, más tarde o más temprano las cosas cambiarán para bien”.
Antes de cuestionar la inversión en la represión por sobre la respuesta a los sectores más pobres, Francisco criticó la “meritocracia” y la violencia verbal. “El silencio indiferente habilita el rugido del odio. El silencio frente a la injusticia abre paso a la división social, esta abre paso a la violencia verbal, esta abre paso a la violencia física y esta a la guerra de todos contra todos”. Luego de decir esto, se refirió a la represión contra los jubilados argentinos.
También cuestionó la meritocracia. “Muchas veces las grandes fortunas poco tienen que ver con el mérito. Son provenientes de rentas, herencias, explotación de personas, expoliación de la naturaleza, especulación financiera o la evasión impositiva”, definió.
“Si no hay buenas políticas racionales y equitativas que afiancen la justicia social para que todos tengan tierra, techo y trabajo, un salario justo y los derechos sociales adecuados, la lógica del descarte se va a extender dejando a su paso violencia y desolación”, añadió.