Por primera vez en más de 35 años, el PJ irá a una interna. La competencia que nadie esperaba, pavimentada por las críticas durísimas que Cristina Fernández de Kirchner le dedicó a Axel Kicillof, a quien comparó con Poncio Pilato, y por el equilibrismo del gobernador bonaerense, que se niega a confrontar abiertamente con ella pero ensaya gestos de autonomía. En la previa de la presentación de la listas, Kicillof le respondió a la expresidenta con un comunicado en el que negó que estuviera detrás detrás de la candidatura de Quintela, pero advirtió que había que terminar con la lógica del «sometimiento». Pidió «unidad», pero ya era demasiado tarde: no había diálogo posible que la habilitara, las dos partes estaban dispuestas a jugar. CFK cerró su lista temprano, confiada en contar con el apoyo de un amplio sector del peronismo, mientras que Quintela tuvo que armarla a contrarreloj, sembrando un suspenso que no se resolvió hasta minutos antes del cierre (con una lista que no logró arrastrar grandes referentes del peronismo).

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«Hay interna, esa es la decisión de Cristina». El mensaje llegó desde el Instituto Patria ayer a la tarde, mientras que Teresa García, Anabel Fernández Sagasti y Gustavo Arrieta -los tres apoderados de CFK- terminaban de ordenar las firmas y avales que le habían llegado en los últimos días. Estaban tranquilos, CFK había decidido jugar a fondo la disputa por la conducción del peronismo y no había llamado alguno que desactivara la competencia. «Que haya interna da legitimidad y desnuda algunas posiciones. El que gana conduce y el que pierde acompaña, basta de entregar todo en pos de la unidad», deslizaba un dirigente camporista que se encargó de juntar avales durante la semana.

Detrás de la lista encabezada por CFK, llamada «Primero la patria», había un concienzudo trabajo de relojería que apuntaba a incluir a todos los sectores del panperonismo. Un mensaje directo contra los que la acusaban de liderar una lista de La Cámpora. En las vice presidencias estaban el titular del bloque en el Senado, el formoseño José Mayans; la senadora y presidenta del PJ de Catamarca, Lucía Corpacci; el jefe de bloque en Diputados, el santafesino Germán Martínez; la intendenta de Moreno y referente del Movimiento Evita, Mariel Fernández; y el secretario general del SMATA, Ricardo Pignanelli. Entre los consejeros figuraban, dirigentes sindicales como el titular de Suterh, Víctor Santa María; la legisladora que viene del gremio judicial Vanesa Siley, los senadores Juan Manzur, Martín Doñate y Sergio Uñac; las diputadas Paula Penacca y Fernanda Raverta, e intendentas como Mayra Mendoza.

En el Patria se mostraban confiados y preparados para arrancar con la campaña. El lunes, Mayra Mendoza -actual lanzallamas oficial de CFK contra el kicillofismo- encabezará un acto en Quilmes junto al diputado y secretario adjunto de SMATA, «Paco» Manrique. Será para lanzar oficialmente la mesa de trabajo «Cristina presidenta», que se buscará replicar en municipios de todo el país. 

La resistencia riojana

A ocho cuadras del Patria, el equipo de Quintela trabajaba contrarreloj para terminar de juntar las firmas y los avales. Desde el búnker organizado en la Casa de La Rioja, la tropa quintelista -compuesta por el equipo riojano que forman el «Negro» Yoma, Hilda Aguirre, Ricardo Herrera y Florencia López más el resto de los apoderados, Daniel Llermanos y Leandro Busatto – terminaba de confeccionar la lista que presentaría, cerca de la medianoche, en Matheu 130. 

Desde temprano a la mañana, Quintela se había encargado de dejar un mensaje claro: no se iba a bajar. «Lamento esta situación, pero es imprescindible bajar los tonos porque nos necesitamos mutuamente después del proceso electoral para fortalecer el peronismo», afirmó el gobernador en entrevistas radiales, en donde insistió que la suya sería una presidencia de «transición» para dar paso a las nuevas generaciones. «No es Cristina el problema, únicamente, el problema es el cierre de un capítulo que se dio con la expresión popular a favor de Milei. Hay un cansancio. Es necesario modificar muchas cosas, entre ellas: conductas, métodos, formas, gestos, sistemas de comunicación, el lenguaje», insistió Quintela, apelando, nuevamente, a la necesidad de una «renovación» en el peronismo.

Una parte del equipo del mandatario provincial, sin embargo, fantaseaba con que, a último momento, una llamada del Patria modificara el escenario. Se mostraban confiados en contar con el apoyo silencioso de muchos dirigentes cristinistas que desaprobaban la escalada de la guerra de La Cámpora contra Kicillof. Pero nadie estaba muy cómodo con este enfrentamiento. «Cristina es nuestra conductora. Todo empezó cuando ella dijo que sacáramos el bastón de mariscal, y ahí Quintela empezó a caminar y le empezó a ir bien. Y sí, se empezaron a sumar los anti k, pero confiaba en que iba a haber una lista de unidad que no se logró», confesaba una de las integrantes de la lista «Federales».

La confirmación de los nombres llegó minutos antes del deadline de la medianoche. La primera vice presidencia quedó en manos de Magda Ayala, intendenta de Barranqueras (Chaco). En la segunda, el ex gobernador puntano, Alberto Rodríguez Saá. En la tercera, la secretaria general de UPCN, Mariana Gadea y en la cuarta, el presidente del bloque peronista en la Legislatura tucumana, Roque Alvarez. La quinta vice presidencia fue para la intendenta de La Viña (Salta), Alba Sánchez. 

Al malestar generado por la imposibilidad de evitar la interna se le sumaba, al cierre de esta edición, otro problema: el caos organizativo de preparar la estructura de votación. El Gobierno Nacional anunció que solo entregará 3200 de las 6000 urnas que pidió el PJ. «No hay plata», repiten tanto en Casa Rosada como en el PJ, en donde algunos integrantes de la Junta Electoral analizan la posibilidad de postergar 60 días la elección – pautada para el 17 de noviembre- de modo de ganar tiempo para organizar el operativo. 

La lógica del sometido o traidor

Horas antes del cierre de listas, Kicillof rompió el silencio tras los cuestionamientos de CFK en el encuentro de SMATA -en donde lo comparó con Poncio Pilato y lo acusó de juntar avales para Quintela- y publicó un comunicado en donde hizo un último pedido de «unidad». El gobernador bonaerense evitó salir a confrontar abiertamente, pero ensayó, por primera vez, un principio de emancipación respecto a la expresidenta. «La lógica del sometido o traidor es una lógica que entró en crisis y que viene causando malos resultados», cuestionó, en un texto en el que insistió, varias veces, que él no podía «subir o bajar» a Quintela. 

«Después del fallido proceso del FdT, hay que reinventar una alternativa aprendiendo de lo que falló. El respeto y el acompañamiento a los pocos gobernadores que pudimos revalidar nuestras gestiones y que damos la batalla contra el plan destructivo de Milei es una pieza indispensable en ese camino, de lo contrario: ¿qué tipo de unidad podría darse en el PJ?», se preguntó.

Kicillof se refirió a las críticas que lo habían tenido a él como principal destinatario. «No quiero ni puedo estimular peleas entre compañeros pero tampoco puedo convalidar el equivocado mecanismo de que cualquier diferencia crítica desate el disciplinamiento», apuntó el gobernador, respondiéndole directamente al camporismo que, hace días, le viene reclamando que anuncie públicamente que responde a la jefatura política de CFK. En el cristinismo observan que la indeterminación de Kicillof no es otra cosa que una traición, y le echan en cara que se rodee de todo el «tren fantasma» que viene buscando jubilar a CFK hace años. 

«Que nadie espere de mí que libre una guerra interna, la historia no nos lo perdonaría y el futuro tampoco. Cristina está en el corazón del pueblo, también en el mío y no tengo que rendir examen de ese sentimiento», finalizó.

Uno de los que salió a responderle fue Juan Grabois. «Axel debería apoyar sin dudar un segundo a Cristina para el PJ Nacional porque ella se merece el reconocimiento de la fuerza que revitalizó y la gratitud de los dirigentes que promovió», apuntó el líder del Frente Patria Grande, y agregó: «Cristina debería garantizar el pleno respaldo del PJ al gobierno de Axel, porque Axel tiene que sostener el gobierno en la provincia más grande y compleja del país, además de afirmarse como una de las máximas referencias del trasvasamiento generacional».

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