Imputado por contrabando y detenido con prisión domiciliaria en Paraguay. Así terminó el senador entrerriano Edgardo Kueider después de haber sido sorprendido intentando pasar más de 200 mil dólares no declarados por la frontera. Su secretaria Iara Guinsel Costa, que viajaba con él en el auto en la medianoche del miércoles, también deberá permanecer en Asunción. Tendrán que pagar 300 mil dólares de fianza y no podrán salir del país por, al menos, cuatro meses. Kueider ya pidió licencia en el Senado, pero son pocos los que esperan que vuelva al Congreso. El senador terminó convirtiéndose en la mancha venenosa, nadie quiere hacerse cargo de él. Pero es el gobierno nacional el que está más preocupado: Kueider les responde políticamente hace tiempo y no pueden terminar de soltarle la mano, preocupados por las consecuencias políticas de dejarlo a su suerte. El peronismo, en cambio, festeja la detención del «traidor» y prepara una sesión para destituirlo la semana que viene.

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La decisión del juez Humberto Otazu fue categórica: el senador nacional Edgardo Kueider estará obligado a permanecer en un departamento de Asunción, Paraguay, con arresto domiciliario y control permanente de la policía paraguaya hasta que se termine de investigar la causa por la que se lo imputa, a él y Iara Guinsel Costa, por contrabando. «Teniendo en cuenta la pena máxima que podrían recibir ambos acusados, que es tentativa de contrabando, no supera los dos años y medio de pena privativa de libertad, debe primar la prudencia», justificó el juez paraguayo que decidió, a su vez, prohibirle a ambos la salida del país. El senador no pidió regresar a la Argentina. La fianza fue fijada en 300 mil dólares y, conforme pasaban las horas, un mismo chiste se repetía en las filas peronistas: «Que se lo pida a Milei a cuenta de adelanto para las futuras leyes que le apruebe».

La ironía de un senador de Unión por la Patria era un fiel reflejo de la bomba política que había significado la detención in fraganti de Kueider en el Puente Internacional de la Amistad que une Paraguay con Brasil. Un control de rutina que atrapó –con filmación y todo– a un senador nacional argentino intentando ingresar a Ciudad del Este con 211.102 dólares, 640.000 pesos argentinos y 3.900.000 guaraníes. Y un senador argentino que, según el relato que hace el director nacional de Ingresos Tributarios de Paraguay, Óscar Orué, aseguró, cuando lo detuvieron, que él era «un senador aliado del gobierno».

Un despegue con patas cortas

El gobierno nacional intentó desentenderse, sin mucho éxito. Ya la noche anterior Javier Milei había declarado, en el marco de la Conferencia de Acción Política Conservadora, que era «un tema del kirchnerismo». Lo mencionó al pasar, cuando en Casa Rosada todavía estaban pensando qué respuesta institucional dar. El subsecretario de prensa, Javier Lanari, había sido uno de los primeros en salir a opinar vía redes sociales pero, a los pocos minutos, tuvo que borrar el tuit. Este decía: «Que un corrupto sea de un espacio político puede ser una casualidad. Dos también. Tres ponele. Pero acá todos los chorros son del kirchnerismo». Con el correr de las horas, la premisa «Kueider es del peronismo» se volvería más común, pero nadie se animaba a cuestionarlo personalmente. La bajada de línea, por lo bajo, era que había que esperar a que actuara la Justicia. 

Fue Milei el que tuvo que salir para ordenar, pero lo hizo sutilmente, optando por polarizar con Cristina Fernández de Kirchner. «Es todo tuyo», tuiteó el presidente, por la mañana, en una publicación que compartía una foto en la que aparecía la boleta del Frente de Todos de 2019 con la cara de Edgardo Kueider como candidato a senador por Entre Ríos. La misma foto que, meses atrás, la misma CFK había subido cuando salió a cuestionar públicamente a Kueider y «Camau» Espínola por haber votado a favor de la Ley Bases. En esta ocasión, la expresidenta no perdió la oportunidad de recoger el guante y le respondió: «Si hubiera sido mío no votaba la Ley de Bases, querido Javier. Te gusta el durazno, pero no te bancás la pelusa».

La aseveración de CFK coincidía con lo que senadores de todas las fuerzas políticas repetían, por la tarde, en medio de la conmoción generalizada: Edgardo Kueider era de Santiago Caputo. Había sido el asesor todoterreno el que se había arrimado al senador entrerriano durante el debate de la Ley Bases para conseguir su votos. Había sido, a su vez, el mismo Caputo el que lo había propuesto para presidir la Bicameral de Inteligencia. Es decir el órgano encargado de controlar a los servicios de inteligencia (que varios involucran en la novela que derivó en la detención de Kueider). Finalmente, la postulación cayó por culpa de la propia interna oficialista: Caputo quería a Kueider, pero Patricia Bullrich y Victoria Villarruel querían que fuera Enrique Goerling Lara, del PRO. No hubo acuerdo y el peronismo, junto al radicalismo, aprovechó para meterse y darle la presidencia a Martín Lousteau.

El bloque que integra Kueider es Unidad Federal. La bancada es presidida por el correntino Carlos Espínola, otro peronista que se distanció del Frente de Todos en 2023 y que, una vez que asumió Milei, se terminó alineando detrás del oficialismo. Para el peronismo, Espínola es el «jefe de la banda». «Él es el que negocia entre en las sombras, pero ahora se va a cuidar», se lamenta un peso pesado de UxP. Más de un peronista quiere expulsar a «Camau» de la cámara, pero no tienen pruebas. Con Kueider, sin embargo, sí. Y contra él dirigirán, ahora, las armas.

Operativo expulsión del Senado

En UxP no se hacen mucho drama cuando les recuerdan que Kueider es peronista e ingresó en una lista encabezada por la propia de CFK. Se encogen de hombros, muestran el proyecto de resolución que pide su expulsión por «inhabilidad moral» y provocan: «A ver quiénes son los Ficha Limpia que no acompañan cuando vayamos al recinto». 

El interbloque UxP, que comanda José Mayans, planea convocar la semana que viene una sesión para expulsar a Kueider. Sin embargo, al haber finalizado el período ordinario, se abre la incógnita de si es posible tratar la expulsión del senador entrerriano. «Es materia de interpretación. Te pueden decir que no porque estas en receso parlamentario, pero dado que es un hecho de extrema gravedad se puede interpretar. Y para interpretar necesitas mayorías. Lo que manda es la voluntad política, si hay voluntad política va a caminar», explica un cuadro técnico del Senado, cercano al oficialismo.

El peronismo apuesta a jugar con la existencia (o no) de esta voluntad política. Ya comenzó a tantear a senadores del radicalismo y otros aliados eventuales para ver si tendría el número para conseguir los dos tercios del recinto, que es el número necesario para expulsar a un legislador de la Cámara. El escenario no es alentador, sin embargo, y el motivo, más allá de las excusas, es solo uno: ningún bloque no peronista quiere que UxP logre sumar un senador más. Esto se debe a que, si Kueider es expulsado, la banca quedaría vacante y sería ocupada por Stefanía Cora, diputada provincial de 33 años y referente de La Cámpora en Entre Ríos. De seguir Kueider de licencia, en cambio, la banca permanecería vacía.

«Vamos a esperar que se expida la Justicia, como pasó con Alperovich», señaló un senador radical, aludiendo al exgobernador y exsenador peronista tucumano condenado  por la violación de su sobrina. Por lo bajo, sin embargo, agrega: «Nadie quiere que UxP vuelva a tener 34 senadores», reconoce. En eso coinciden todos: libertarios de Milei, libertarios de Villarruel, macristas, radicales M, radicales opositores y fuerzas provinciales. Ninguno quiere que UxP esté un paso más cerca de juntar el quórum por su cuenta y es por eso que la sesión del peronismo está destinada al fracaso. El peronismo lo sabe, pero apuesta a que, al menos, quienes se oponen dejen los dedos marcados. 

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