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Murió Osvaldo Piro: el tango está de luto

El bandeoneonista Osvaldo Piro murió a los 88 años. Director, arreglador y compositor deja una marca en el tango, que con su muerte está de luto.

Nacido en el barrio porteño de La Paternal, Piro se inclinó de chico por el bandoneón. Tuvo como maestros a Félix Cordisco y Domingo Mattio, quien integró la orquesta de Aníbal Troilo.

Debutó a los 15 años con la orquesta de Ricardo Pedevilla y un año después entró a la de Alfredo Gobbi. Tras seis años en esa formación, en 1964 pasó a la de Fulvio Salamanca.

Piro empezó al año siguiente su propio camino y armó él una orquesta con la que debutó en Radio. En 1965 grabó su primer disco, que en su tapa era presentado por Aníbal Troilo, quie fue su padrino artístico.

Tres años más tarde ganó la Palma de Oro en el Festival de La Falda y también el premio Martín Fierro en la categoría Revelación Musical del Año de la televisión.

A lo largo de los años grabó numerosos discos y actuó en los principales escenarios del tango, como El Viejo Almacén, Caño 14, Michelangelo. También fueron frecuentes sus presentaciones en canales de televisión y radios.

Exiliado en Europa recorrió con sus shows ese continente. A su regreso a la Argentina, en 1988 e innauguró San Telmo Tango, su propio local donde estrenó su conjunto Ensamble 9.

En 1994 fue designado director titular de la Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto. También fue declarado Ciudadano Ilustre de Buenos Aires en 1996 y tres años más tarde reconocido por sus con el premio Mejor Intérprete de la Sociedad de Autores y Compositores.

La música volvió a reunirlo hace un par de años con Susana Rinaldi, de quien fue pareja y con la cual tuvieron una hija y un hijo, ambos cantantes: Ligia y Alfredo. Con la vitalidad y la curiosidad intacta, ambos protagonizaron entonces un Reencuentro en el Teatro Coliseo, que repasó clásicos y nuevas composiciones.

«Es un misterio. Llega cuando baja el ángel. Porque la melodía empieza en tres o cuatro compases. Después es desarrollo. Así un maestro decía que eran cinco minutos de inspiración y 95 de transpiración. Y es un poco de verdad. El tema lo encontrás en pocos compases y ahí es una raíz que vas a desarrollar después. Si tenés capacidad para hacerlo. Si estudiaste para saber la mecánica. Si no, no te va a dar el cuero. Se te agotan en ocho compases y después qué hacés», respondió Piro en la previa al debut con ese espectáculo cuando Página/12 le preguntó de dónde sacaba la inspiración para seguir componiendo.

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