«España está salvando el honor de Europa». No, no son declaraciones de un activista o de un representante del mundo de la cultura. Tampoco de un periodista o de político de izquierdas. Por ser, no son ni de un español. Las pronunció el pasado jueves, 11 de septiembre, en el plató de France Info el ex primer ministro francés Dominique de Villepin. Para el que no lo conozca, Villepin no es precisamente un rojo peligroso. De hecho, se ha movido siempre entre formaciones de la derecha tradicional francesa. En fin, que es de derechas. Conservador. Aún así, tiene muy claro qué está pasando en Palestina. Y lo llama abiertamente por su nombre: «Un verdadero genocidio». Qué mal acostumbrados estamos a las derechas made in Spain.
Pues eso, que España está salvando el honor europeo. ¿Cómo? Con su posicionamiento frente al genocidio de la población civil palestina. Y es que no solo ha sido uno de los primeros países en reconocer un estado palestino de pleno derecho. También ha liderado las críticas al gobierno hebreo y a sus políticas de apartheid y ocupación. Llegando a proponer un embargo total de armamento al estado agresor, todavía a la espera de su definitiva aprobación en el Consejo de Ministros.
Pero no son meras palabras o gestos simbólicos de sus representantes políticos los que sitúan a España a la cabeza de la defensa de la causa palestina en Europa. «Son sus ciudadanos, su gente», corrige Lidón Soriano, portavoz de la Red Solidaria contra la Ocupación de Palestina (RESCOP). «Así lo han demostrado durante estas últimas semanas», refuerza la activista. Saliendo a las calles y parando la enésima competición internacional en la que se pretendía normalizar la participación del país hebreo. «En la que se quería lavar su imagen internacional», matizan fuentes de la Plataforma para el Boicot Deportivo a Israel.
Precisamente esta plataforma ha sido el origen de todo. En pleno verano, activistas de los entornos del movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) y de la propia RESCOP, así como de otras asociaciones implicadas en la lucha por la causa palestina, tomaron una decisión. Organizarse contra la participación del equipo hebreo, el Israel-Premier Tech, en La Vuelta Ciclista a España. No era su primer boicot contra el estado israelí, ni siquiera el primero en el ámbito deportivo. Y, sin embargo, se convertiría muy pronto en la mayor movilización en Europa contra el genocidio en Palestina. Tienen clara la clave del éxito. «La coordinación de los esfuerzos colectivos«, apunta Soriano. «Y no solo de asociaciones que ya hacían activismo por la causa palestina. También de asociaciones implicadas en otras luchas sociales, de asociaciones vecinales. Y de la propia gente que ha decidido sumarse por libre a nuestras convocatorias», completa la activista. «Ha sido una victoria del pueblo«, concluye tajante.
Lo que empezó con cinco manifestantes parando la contrarreloj por equipos en Figueres (Girona), ha terminado con más de 100.000 personas protestando en las calles del centro de Madrid. En una etapa que, finalmente, no pudo correrse. Sin meta, sin podio y sin celebración. «Un éxito», valoran desde la plataforma. Con el que lanzan un mensaje fundamental a la comunidad internacional: «Se acabó la impunidad con los crímenes de lesa humanidad que está cometiendo Israel. Se acabó la complicidad de Europa. No en nuestro nombre«. La iniciativa de las asociaciones, la concienciación de la ciudadanía… y las redes sociales. «Este último ha sido el elemento que nos ha permitido llegar a la gente. Informar de lo que está pasando y dar difusión a las convocatorias», reconocen desde la plataforma. Llenar de banderas palestinas los arcenes de las carreteras.
El verdadero objetivo
Parar la carrera no era el verdadero objetivo. “Lo primero que queríamos era visibilizar la necesidad del boicot como herramienta para revertir la situación de Palestina. La ocupación que llevan sufriendo más de 70 años”, refiere Daniel Gómez, de la asociación cántabra Interpueblos. Al estilo de la lucha contra la Sudáfrica del apartheid. “Lo segundo, responder a una necesidad de la ciudadanía de actuar”, completa el activista. De hacer algo. “En este sentido, La Vuelta ha servido de catalizadora de la impotencia de la gente”, continúa Gómez. “Como una forma de quitarnos la responsabilidad del silencio, de la complicidad. De decir: ‘no estamos de acuerdo con esto’”. Y de ser conscientes de nuestra capacidad de impacto. “Ya es hora de que nos demos cuenta de que sí, se pueden parar las cosas. Por mucha propaganda que nos vendan para forzarnos a aceptar con pasividad todo lo que pasa”, sentencia el activista.
Ni agredir a los ciclistas, ni cancelar el evento, ni fastidiar a sus organizadores. «Lo único que queríamos era que se excluyera al equipo de Israel«, asegura Gómez. También señalar a las organizaciones que han hecho posible que se pasee, como si nada, por las calles de nuestro país. «La Unión Ciclista Internacional, el Consejo Superior de Deportes, Unipublic…», enumera el activista. Y los distintos gobiernos. «Podrían haber tomado cartas en el asunto y no lo han hecho». Ante la dejadez institucional, le ha tocado mover ficha a la propia ciudadanía. «Como con los derechos humanos y la legislación internacional parece que no es suficiente, hemos intentado argumentar nuestra postura en los propios reglamentos de la UCI, de La Vuelta, de la Federación Española de Ciclismo», explica el activista. Nada ha sido suficiente. «De todas formas, es un paso muy importante, sin punto de retorno. La respuesta de la ciudadanía en la calle ha sido ejemplar«, reivindica con orgullo. Y ya no hay quien la pare.
Lo que no ha estado tan a la altura ha sido la cobertura de muchos medios de comunicación. En Euskadi, los manifestantes eran etarras; en Galicia, perroflautas; y en Madrid, grupos violentos y organizados de la izquierda radical. «Se está promoviendo una banalización muy peligrosa de la violencia, tachando de actos violentos lo que son protestas y acciones, como mucho, disruptivas», reflexiona el portavoz de Interpueblos. «El recurso de achacar como violento cualquier acto civil que plante cara, que sea desafiante, es el ABC de las movilizaciones», comenta Iván Vázquez, portavoz de BDS Madrid. «Y la manera perfecta de desviar el foco de atención del motivo de fondo por el que estábamos ahí: la causa palestina», concuerda Gómez.
Un repaso a las sucesivas convocatorias de la plataforma les da la razón. Condenas a la violencia, protocolos de seguridad, llamamientos a la protesta pacífica. «Nunca hemos alentado la violencia. Al contrario de todos esos discursos incendiarios de aquellos que nos intentan criminalizar. De aquellos que, ante la falta de argumentos para legitimar su complicidad con un genocidio, tienen que recurrir a los descalificativos», denuncian los activistas. Violencia -inciden- es bombardear hospitales, atacar escuelas y asesinar a niños y niñas. No es defender los derechos humanos y ejercer el derecho a la protesta en las calles. «Unas protestas que se han realizado en el espacio público», recuerda Soriano. Porque sí, aunque a veces no lo parezca, «las calles son nuestras, de todos».
Continuará…
Las protestas de La Vuelta son solo el principio. «Han sido el impulso que necesitábamos para seguir trabajando más que nunca en los diferentes ámbitos de boicot: el cultural, el deportivo, el académico o el económico», sostiene Vázquez. «Confiamos en que genere una reacción en cadena a nivel internacional», amplía el activista. Y no solo en el mundo del deporte. «Que en cada competición, en cada evento, se impida la participación del Estado de Israel. Que la gente se movilice para forzar su aislamiento», exhorta el madrileño. Hasta que no les quede más remedio que someterse a la legislación internacional. Y respetar los derechos humanos.
El primer fin de semana de octubre volverán a las calles. En el aniversario del inicio del genocidio. «Para exigir, por fin, el embargo de armas y la ruptura de relaciones diplomáticas», apuntan desde BDS. No es la única fecha a la vista. El próximo miércoles 17 de septiembre a las 8 de la tarde, Juristas por Palestina ha convocado una nueva movilización frente a la Embajada y el Consulado de Israel, tanto en Madrid como en Barcelona. «Nuestras decisiones y acciones pueden cambiar las cosas. Pueden cambiarlas aquí, en España, y, en la medida que lo hagan, forzar a nuestros gobiernos a adoptar medidas con impacto internacional», subrayan desde la plataforma. «No nos conformemos con menos. Esta Vuelta ya la ha ganado Palestina«, reivindican.