Fueron, y son, referentes de distintos espacios libertarios y de derecha, protagonistas de arengas violentas que alimentaron el caldo de cultivo previo al atentado contra Cristina Fernández de Kirchner, tuvieron alguna vinculación con los acusados y a la hora de sentarse a declarar como testigos en el juicio oral procuraron aplacar el tono agresivo que les supo dar identidad y popularidad desde 2020. Sin embargo, usaron el escenario de la última audiencia del juicio que tiene como víctima a la expresidenta –del que se despegaron– para victimizarse ellos mismos, pero a la vez exhibir su rechazo hacia ella.

Eduardo Prestofelippo, un youtuber/influencer conocido como «El Presto», dijo que la frase por la que fue procesado por amenazar a la expresidenta –que no iba a salir «viva» del Senado cuando se debatía la reforma judicial– fue sacada de contexto y que no le deseaba la muerte sino la cárcel. Hernán Carrol, un entrenador personal fundador de la organización política Nueva Centro Derecha (NCD) se mostró alguien que padeció daños económicos por la pandemia, se despegó de agrupaciones violentas y de Gerardo Milman, y usó un tono bastante más suave que el que aplica en arengas públicas y en sus redes con consignas negacionistas y antikirchneristas. El seudo humorista Martín «el Negro» Almeida declaró que es amigo de Javier Milei y recordó sus chistes relacionados con el ataque a CFK. Los tres tuvieron alguna relación con Fernando Sabag Montiel y Brenda Uliarte, la pareja acusada de intentar matar a la dos veces presidenta y vicepresidenta. Pero, además, se caracterizan por su militancia libertaria y por participar grupos de derecha que cultivaron discursos virulentos y de odio –que ellos minimizan o niegan– y que en el caso de Almeida presenta «humor negro».

La cocina del odio

A «El Presto», que se presentó como periodista político, le tocó sentarse en el juicio oral porque se relacionó con Uliarte justo un tiempo antes del intento de magnicidio. Aseguró que no fue un romance, sino un encuentro sexual una noche, en la casa de un amigo en Caballito, donde la había invitado. Se habían conocido en el acto de lanzamiento de Milei en Parque Lezama. Ella se presentó como Ámbar, uno de sus seudónimos. Alega que la chica le escribía por Instagram, asiduamente. Que fue a la presentación que otro día hizo de una película llamada «King Perón. El rey de los gorilas», pidió volverse con él pero una de sus productoras la echó con el argumento de que la había visto llegar en un auto blanco con vidrios polarizados. Prestofelippo usó esa escena para mostrarse como alguien perseguido y sugerir sucesos dudosos alrededor suyo y del atentado: «Hay olor a las cloacas de los servicios y a mí esto me ha hecho muchísimo daño», dijo.

Si hablaban de política, sostuvo, era porque ella preguntaba. «Era una minita de la noche», la definió con desprecio. «Sé que tengo una forma desagradable de hablar», se excusó cuando el abogado de la querella, José Manuel Ubeira, le preguntó si era su forma habitual de referirse a las mujeres. En su plan de victimizarse, el Presto usó una frase llamativa en el juicio: «Nunca nos van a perdonar que pusimos a un presidente gracias a las redes sociales». «Pero a mí no se me va a pasar por la cabeza mandar a matar a alguien», afirmó a la defensiva. Responsabiliza a los medios de comunicación por decir que debía declarar porque tuvo un amorío con Uliarte. Lo que a esta altura a nadie se le escapa es que los mensajes de odio, o lo que algunos investigadores llaman «discursos peligrosos», no son inocuos. «Aborrezco al kirchnerismo», dijo. «A Cristina jamás le deseé la muerte, la quiero viva, y si tiene que pagar culpas que tenga prisión hasta el último día de su vida», su expresión vehemente causó escozor en la sala.

«El Presto» está procesado, y tiene confirmación de la Cámara Federal de Casación Penal por amenazar en un tuit dirigido a Cristina Fernández de Kirchner que decía: «Vos no vas a salir viva de este estallido social. Vas a ser la primera –junto con tus crías políticas– en pagar todo el daño que causaron. Te queda poco tiempo». La causa tramita en Córdoba y se le atribuyó incitación a la violencia y al odio. Ubeira, le preguntó si era suya efectivamente esa expresión publicada en la ex «Twitter» y lo confirmó con fastidio porque la fiscalía ya le había preguntado. Negó la confirmación de Cámara pero respecto de su situación procesal respondió: «eso lo lleva mi abogado».

Su trabajo, indicó, consiste en comunicar a través de redes sociales: «Yo planteo una batalla cultural desde las ideas del liberalismo, de la derecha, en contra de lo que son los gobiernos populistas de izquierda, centroizquierda o progresistas. Tengo una mirada mucho más patriótica…», afirmó. Luego cuestionó a la militancia de los setenta, y le exhibieron fotos suyas con personajes del actual gobierno y una con el dictador Jorge Rafael Videla, a quien dijo que había ido a entrevistar. El Presto en los tiempos previos al atentado participaba en presentaciones y transmisiones de un grupo que se llamaba «El ministerio del odio», que no mencionó. El presentador solía ser Almeida.

De batalla cultural y chistes

Hernán Carrol apareció en la causa cuando Sabag Montiel le escribió una carta a la jueza de instrucción María Eugenia Capuchetti en la que era quien debía designarle abogado. La querella, que también integra el abogado Marcos Aldazabal, se ocupó de averiguar quién era. Había datos a la vista: fotos y referencias en sus redes a Patricia Bullrich, Milei, José Luis Espert (con quien fue precandidato a concejal), entre otros. Carrol contó al tribunal que tuvo una agrupación llamada Gimnasios Unidos, que no podían trabajar en pandemia, pero luego se volcó a la política y fundó Nueva Centro Derecha (NCD). «Ahora me considero parte del gobierno aunque no tengo un cargo», dijo. En su testimonio trató de bajarle el precio a NCD y a su papel de orador en algunos actos en Obelisco, con el argumento de que eran unos pocos y los que se sumaban eran «autoconvocados». Igual que El Presto, sostuvo que no tenía nada que ver con Revolución Federal –organización que hablaba de matar a CFK en la época del atentado– y que coincidieron de casualidad en una protesta el 9 de julio de 2022.

En sus actos solía haber un enorme inflable con la figura de CFK con traje a rayas. Aseguró que no era de ellos. Dijo creer que representaba «el deseo de muchos argentinos». La usaba en sus discursos para despotricar. Carrol juntó en una famosa foto a Bullrich y Milei el 27 de febrero de 2021 dándose la mano en un momento en que era impensable. El estaba en el medio con una remera que decía «Seguridad», pero señaló que no fue el gestor del encuentro, aunque en sus redes mostró orgullo. Ese día estaban las bolsas mortuorias en la Casa Rosada, de las que también se desentendió. Su discurso es el de quienes se dicen «apolíticos» (como Sabag Montiel señaló en su indagatoria y como el propio Milei) porque lo suyo es, otra vez, «batalla cultural».

Y ahí explicó que lo que le gustaba de «los copitos» y de haber escuchado a Uliarte en Crónica TV era que defendía el trabajo. «El trabajo digno es un cambio cultural», dio cátedra en la sala. La chica, que vendía copos de azúcar con Sabag Montiel y los usaban para hacer inteligencia en las inmediaciones de la casa de CFK en Recoleta, y dijo que Uliarte le caía bien porque cuestionaba los planes sociales y había entrado en una disputa pública con un personaje conocido como «Mariana la planera». Por eso dijo que contactó a Brenda, para hacer un vivo de Instagram sobre esa temática. Lo hicieron, y la invitó al cumpleaños de su amigo el standupero Almeida, y ahí fueron con Sabag Montiel. Era en un bar con karaoke en Palermo, diez días antes del atentado.

Más allá de la anécdota, quedó claro que Carrol se comunicó después del atentado con ella, cuando Sabag ya estaba detenido, para ofrecerle a un conocido abogado que le interesaba el caso. Dijo que fue por Instagram, que el whastapp ella se lo pasó después. Ella le mandó un mensaje cuando la estaban por detener: «Hola, soy Ambar». Al parecer no le llegó. Carrol sorprendió cuando contó que había votado a Néstor Kirchner, aunque aclaró que lo hizo «por descarte». «Estoy en las antípodas del pensamiento de Cristina»; enfatizó. Pero insistió en que no tenía nada que ver con el ataque a la expresidenta. Acotó que primero no creyó que habían intentado matarla. «Debo haber hecho comentarios. Pero no recuerdo, debo haber dicho que consideraba que no era un atentado», expresó. Le mostraron algo que había escrito hablando de Sabag Montiel con familiaridad: «Fer hizo una joda para hacerse el gracioso sin saber que la mafia K iba utilizar esto para victimizarse y ahora se come flor de garrón».

En la fiesta de «el Negro» Almeida dijo que no charlaron de política y que Brenda hablaba de sexo, pero la pareja se fue rápido. Lo mismo dijo Almeida, que arrancó su declaración haciéndose el gracioso. Como no estaban ni la querella ni la fiscalía dijo: «ni siquiera esperaron a mi show, iba a contar unos buenos chistardos». «No soy orgánico pero tengo afinidad con las fuerzas del cielo», se describió. Contó que se había sumado a NCD. «Conozco a Javier Milei, lo considero un amigo», sumó. Reconoció que le mandó un mensaje a Brenda después del atentado: «¿Se pudrió?» le preguntó, sin obtener respuesta. Gastón Marano, abogado de Gabriel Carrizo, le preguntó por el video que había compartido en la marcha de repudio al atentado y decía: «Ellos no saben que el que atentó contra Cristina vino a mi cumpleaños». Dijo que se había topado con la movilización de casualidad. Marano le preguntó por sus chistes sobre el atentado y dijo que tiene «un montón». Ejemplificó: está bueno pasar a la acción si queremos que hayan cambios, excepto que seas Sabag Montiel». El letrado quería preguntar si vale el humor negro para cualquier cosa porque es el argumento de su defendido para justificar sus comentarios pos atentado como «recién intentamos matar a Cristina».

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí