Andanin Vilas cumplió 17 años hace poco y es la hija mayor del mejor tenista argentino de todos los tiempos. Actualmente vive en Montecarlo junto a toda su familia: sus hermanos Intila, Lalindao y Guillermo Jr, y sus papás Phiangphathu Khumueang y Guillermo, claro. Si bien nació en Francia, su crianza se dio por diferentes partes del mundo: “Estuve en Dominicana, México, Miami… Me siento americana mejor dicho”, declaró la joven en una nota por Instagram con la periodista Soledad Giménez en el ciclo #ManoAManoTeVe.

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La joven, además, comentó lo que significa vivir en una familia multicultural: “Yo no sabía hablar en español pero aprendí bastante rápido. Hablo inglés, francés y muy mal tailandés… En mi familia es una mezcla de todo. Hay de todo. Mamá y papá hablan en inglés o en español, pero a veces él le habla en español y ella le responde en inglés o en tailandés. O yo le digo algo en tailandés y ella me responde en español. Es muy divertido todo. Es una mezcla de todos los lenguajes”.

Hace tres años se instaló en Europa para darle mayor impulso a su trayectoria tenística. En los torneos de los que participa, Andanin eligió representar a la Argentina: “Cuando empecé a jugar internacionalmente, en Mallorca, tenía la bandera tailandesa. Eso me molestaba mucho porque siempre quise jugar para Argentina, tener la banderita celeste y blanca. Una noche le dije a mi papá si podía mandar un mail para decirles que la cambien porque no lo querían hacer. Y mi papá escribió un mail: “Hola, soy Guillermo Vilas…”. Media hora después ya tenía la bandera y estaba híper feliz”.

Tanto Andanin como sus hermanos juegan y entrenan tenis. Foto IG

Andanin empezó en el tenis a los tres años y su papá quería que fuese zurda como él, tarea nada fácil. “Me obligaba a jugar con el revés a una mano y de zurda. Era rarísimo. Yo no podía. Ahora juego todo lo distinto a lo que él me quiso enseñar”. En lo que sí le pudo hacer caso fue con el tamaño de las raquetas: el ojo clínico de Willy le decía que Andanin tenía que jugar con las más grandes, y así lo hizo.

Tiene buen porte físico –supera el 1,70 metros–, es diestra y pega el revés a dos manos. Debutó profesionalmente a los 14 años en la etapa clasificatoria del Future de Palmanova en Mallorca (España) sobre polvo de ladrillo. Si bien no resultó ganadora, la experiencia valió como puntapié inicial de una carrera promisoria.

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“Creo que fui la que más duró con mi papá como entrenador. De vez en cuando teníamos roces porque a mí no me salían las cosas pero él quería que lo haga sí o sí. Me empujaba a hacerlo por mi bien. La exigencia Vilas se hereda. Ahora tengo algunos problemas con mis golpes porque cambié de país, de entrenadores. Mi tenis ahora bajó un poquito de nivel a cuando era más chica, pero estoy esperando para subirlo de vuelta”, detalló.

Herencia ganadora. Con un apellido como el suyo, no debe ser sencillo dedicarse al mismo deporte en el que su padre fue de los mejores de todos los tiempos. Aparentemente, Andanin no sólo heredó su talento, sino su espíritu guerrero: “Tenía 12 años y estábamos jugando en River con mi papá porque vivíamos cerca de ahí. Un día me preguntó si estaba cansada, después de todo lo que había jugado; si me dolía algo. Le respondí que nada. Él se quedó parado, pensando… Mamá le preguntó ¿qué pasa? Y él dijo “va a ser la número 1′. Yo me quedé pensando ¡wow!», rememoró una anécdota de los tiempos en los que la entrenaba su papá.

Además reconoce que tiene su carácter: “Tengo casi todo de mi papá. Soy la más parecida. En nuestra forma de pensar, en nuestra forma de enojarnos, de plantarnos ante las cosas. Siempre nos exigimos demasiado”, agregó.

Nota: Florencia Bocalandro. Para Ti.

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