La adicción que genera sumergirse en el mundo digital, donde la instantaneidad, el anonimato y la adrenalina que ocasiona la espera de «likes» o seguidores exacerbado por algoritmos que conducen al consumo de una tendencia se potenció en la pandemia, hace necesario «volver a tener la capacidad de elegir y desconectarse para volver a reconectarse» con el mundo real, según especialistas.
La caída de las principales redes sociales durante siete horas el pasado lunes causó la sensación de quedarse sin recursos a la hora de comunicarse y evidenció la dependencia hacia las pantallas.
«Tenemos que ser conscientes de que esto ocurre, sería ingenuo pensar que esta dependencia pasa porque sí», dijo a Télam Laura Jurkowski, psicóloga y especialista en adicción a las tecnologías.
Jurkowski contó que «ahora, cuando todo se está liberando, se empiezan a ver los efectos que generó la cuarentena. Hoy muchos chicos no quieren ir a la escuela y a los jóvenes les cuesta volver a encontrarse cara a cara con sus amigos».
Según el Informe Global Digital 2021, elaborado por las empresa Hootsuite, una plataforma de gestión de redes sociales, en la Argentina hay 36,32 millones de internautas, lo que representa el 80 por ciento de la población. De ese valor total, el 79,3 por ciento (36 millones de usuarios) usa redes sociales de modo activo. Entre las más consumidas están Facebook, Tik Tok, Instagram, YouTube.
En el 2021, el porcentaje de internautas subió un 3.5 por ciento (1,2 millones de nuevos usuarios). En el caso de las redes sociales, su uso creció en un 5,9 por ciento, lo que representa 2 millones de nuevos usuarios.
«Internet te da la sensación de libertad de elegir, pero en realidad se está eligiendo lo que los algoritmos quieren ofrecernos de acuerdo a lo que tengamos ganas de consumir, cuanto mas clicks se dan, más dinero se genera para las empresas tecnológicas, por lo que les es necesario mantenernos conectados la mayor cantidad del tiempo posible», explicó Jurkowski.
Ante ello explicó que si bien «las pantallas son nuestros aliados y nos resuelven la vida en un muchas situaciones, es necesario limitar su uso y pensar que no toda la vida pasa por ellas».
Martin Hilbert, investigador alemán de la Universidad de California Davis, aseguró a la BBC que las personas «no saben cómo lidiar con el poder de los algoritmos, los gobiernos no saben cómo usarlos en favor de la población y las empresas se resisten a adoptar pautas éticas efectivas»
«Esto debiera preocupar especialmente a América Latina, porque son líderes mundiales en el uso de redes sociales», advirtió Hilbert,
Para Jurkowski, «si se empieza a depender mucho de las pantallas y si se deja de usar otros recursos alternativos, nos quedaremos sin estrategias para resolver algunas cuestiones de la vida cotidiana. Hay que enseñarles a las nuevas generaciones como usar un teléfono, como hablar o leer un libro»
La psicóloga, directora del Centro ReConectarse, destacó que los problemas que generaron la conexión a las pantallas «se elevaron desde marzo del 2020», de acuerdo a lo que constató esa institución, que brinda charlas de prevención sobre cómo volver a la comunicación interpersonal, así como también de los efectos tóxicos que generan el sobreuso de pantallas como el ciberbullying.
«Cuanto más se depende de las pantallas, más se las necesitan. Hay consultas en las que el grado de dependencia es tal que no llegan a registrar que existe una adicción. Esto es particularmente peligroso en la adolescencia por la ansiedad que genera la espera de «likes», seguidores o visualizaciones en las redes sociales», detalló la profesional.
Para Gilbert, las redes sociales en pandemia «tuvo dos efectos simultáneos, nos hizo más sensibles a las secuelas tóxicas de la digitalización, pero aceleró nuestra dependencia de ella»
Y a la vez confirmó que el segundo efecto «es más poderoso que el primero ya que ser conscientes de que esta adicción nos hace mal no produce ningún cambio en nuestras conductas»
El estudio internacional evidenció que entre el 2020 y el 2021 el promedio diario que los usuarios de entre 16 y 64 años le dedicaron a navegar en la web fue de 9 horas y 39 minutos y en las redes sociales de 3 horas y 22 minutos
Los llamados «algoritmos del odio», denunciado por una exempleada de Facebook días pasados, llevan a los usuarios a buscar posiciones extremas y también es otro de los peligros del uso excesivo de las pantallas.
«Internet es el reflejo del comportamiento de una sociedad y viceversa, es un canal que se retroalimenta y se amplifica aún más, lo importante es la educación, la escuela y las familias, ser conscientes de estos peligros, darse cuenta de que existen y de todos las ventajas y las desventajas que tienen las pantallas. Hay cosas positivas y también negativas que hay que saber detectar y que hacer frente a ellas», explicó la psicóloga.
Por su parte, Natalia Zuazo, consultora en política y tecnología y directora de la agencia Salto, dijo a Télam que los usuarios «deben saber como funcionan estos algoritmos, esa es su mejor herramienta» para no dejarse llevar por ellos.
Y ejemplificó: «Antes el algoritmo de Facebook funcionaba en forma cronológica, mostraba minuto a minuto lo que publicaba cada persona, pero hace varios años empezó a priorizar con quienes más interactuamos y estudiar mucho mas el comportamiento de las personas y a su vez eso los cruza con sus necesidades comerciales de venta de anuncios».
«En el caso de Instagram, que es una plataforma básicamente de venta de servicios mucha mas directa, sucede lo mismo», dijo Zuazo, quien agregó que los usuarios «deben entender que estamos en ese mundo con esas condiciones. Las plataformas digitales no son un medio como la televisión».
«En la TV -agregó la especialista- todos los que se sientan a ver un programa de noticias ven la misma cosa, a las mismas personas hablando de noticias, y sobre eso crean un diálogo común. En las plataformas la diferencia es que cada uno ve una cosa distinta de acuerdo a su comportamiento previo que fue previamente estudiado para venderles productos o servicios».
Por Claudio Campanari