La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) modificó este miércoles al alza la proyección de crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) argentino a 3,6% para el corriente año, lo que representa 1,1 punto porcentual más que la estimación anterior realizada en diciembre pasado.
El crecimiento previsto por el organismo para la Argentina este año es el segundo más alto de América Latina, solamente superado por el 6,1% estimado para Colombia y mayor al 3,2% de Costa Rica, 1,9% de México, 1,4% de Chile y 0,6% de Brasil.
Para 2023, la OCDE proyectó un crecimiento del PBI argentino del 1,9% (5,56% para el bienio 2022/23), por debajo del 2,6% de Costa Rica y 2,1% de Colombia y México, y superior al 1,2% previsto para Brasil y el 0,1% estimado para Chile.
La organización multilateral redujo de 4,5% a 3% su proyección de crecimiento mundial a raíz de las consecuencias de la invasión de Rusia en Ucrania, mientras que en 2023 se prevé una expansión del 2,8%.
Las proyecciones, que según la OCDE tienen un alto margen de incertidumbre al desconocerse la evolución de la guerra, fueron modificadas a la baja en gran parte de las principales economías.
Se estima que la Eurozona crezca este año 2,6% (1,7 punto porcentual menos que en la proyección anterior) con Alemania expandiéndose 1,9% (-2,2) y Francia 2,4% (-1,8). En tanto, Estados Unidos crecería 2,5% (-1,2 pp), China 4,4% (-0,7) y Reino Unido 3,6% (-1,1).
Con estas proyecciones, la Argentina no solo crecerá más que Brasil, Chile y México, sino que también lo hará en comparación con Estados Unidos y la Eurozona.
«La invasión de Rusia en Ucrania inmediatamente ralentizó la recuperación de la pandemia de Covid-19 y provocó que la economía global se embarque en un camino de menor crecimiento y mayor inflación», subrayó el informe de Perspectivas Económicas.
En el caso argentino, la OCDE espera un crecimiento de 3,6% en 2022 y de 1,9% en 2023 y destacó que «el reciente acuerdo con los acreedores externos disminuirá la incertidumbre y ayudará a reducir gradualmente los desequilibrios macroeconómicos de larga data».
En ese aspecto, señaló que «el cumplimiento de las metas fiscales depende de la reducción del 2,3% del PBI gastado en subsidios a la energía en el Gran Buenos Aires, donde los precios minoristas regulados que pagan muchos hogares y pequeñas empresas cubren menos de la mitad de los costos».
Asimismo, indicó que como «los ajustes de la mayoría de los precios regulados no alcanzaron la inflación, el aumento de los precios de importación del gas natural se suma a los gastos de subsidios». En cuanto a los factores de riesgo del país, la OCDE nombró a «los controles de cambio, las bajas reservas y el margen fiscal limitado», que «pesarán en la inversión en 2022 y 2023».
Por su parte, el organismo también destacó «la recuperación total del empleo respecto de la pandemia» aunque indicó que «los salarios reales siguen por debajo de los niveles de 2019».
El organismo elevó sus proyecciones anuales de inflación de 44,4% a 58% y explicó que se debe mayormente a «factores domésticos» y a «expectativas inflacionarias desancladas»
OCDE recordó que «la tasa de política monetaria se elevó cinco veces a principios de 2022» y sostuvo que «se espera que aumente aún más para garantizar tasas de interés reales positivas, ya que los mercados financieros nacionales desempeñarán un papel cada vez más importante en la financiación del déficit fiscal».
«A corto plazo, garantizar una renovación continua de la deuda en moneda nacional requerirá el mantenimiento de estrictos controles cambiarios», indicó, al tiempo que advirtió que esa política «implica un daño colateral para el crecimiento».
Al mismo tiempo, el organismo elevó sus proyecciones anuales de inflación de 44,4% a 58% y explicó que se debe mayormente a «factores domésticos» y a «expectativas inflacionarias desancladas» ya que los «precios domésticos claves -como los de la energía- están desacoplados de los desarrollos globales».
Sin embargo, explicó que la reducción del déficit y los límites en el financiamiento monetario junto a mayores tasas de interés locales reducirán las presiones inflacionarias y expandirán el financiamiento local, además de reducir la brecha cambiaria.
El consumo privado, en tanto, se mantendrá «bajo en 2022» para luego «acelerarse en 2023 a medida que crece la confianza en el programa macroeconómico», mientras que las exportaciones «seguirán sólidas, con los altos precios de commodities». A su vez, recomendó «mejoras en la eficiencia del gasto público», que «aliviaría las tensiones y los desequilibrios macroeconómicos y reduciría los riesgos».
«Por el contrario, los gastos sociales bien focalizados, en particular las transferencias de efectivo a los hogares pobres y vulnerables, deben salvaguardarse o incluso expandirse», subrayó la OCDE.
En el ámbito impositivo, el informe reclamó «la ampliación de las bases imponibles, incluidos los impuestos sobre la renta de las personas físicas», así como «la revisión de los regímenes especiales de impuestos y pensiones» que «podrían mejorar los resultados fiscales y aumentar la equidad».
Respecto de la inflación en el mundo, el organismo explicó que «la persistencia de los problemas en las cadenas de suministro y de mayores incrementos en los precios de la energía y los alimentos provocarán que la misma persista en niveles altos por más tiempo de lo esperado y alcanzando niveles no vistos desde los ’70 en algunas economías avanzadas».
Paralelamente, advirtió que las presiones de costos recién «comenzarían a bajar de la mano del impacto de las subas de las tasas de interés en 2023».
Al mismo tiempo, con tono sombrío, la OCDE señaló que «existe un riesgo de una seria crisis alimenticia sobre todo en las economías más pobres por los elevados costos y la posibilidad de escasez».