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sábado, julio 27, 2024
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El mundo judicial ya descuenta el arranque de la campaña electoral

“Renunciamiento” de Macri empuja nuevos reacomodamientos y genera cesión de agenda desde los tribunales. Borrador para el Consejo.

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El cálculo que hacen los efectores dentro del sistema judicial es que a partir de ayer, con el “renunciamiento” de Mauricio Macri a competir por la presidencia, la campaña electoral encuentra el hito que precisaba para considerarse formalmente lanzada. El mismo diagnóstico hacen los decisores del ámbito público y privado. Si la antesala de toda la secuencia había sido el fallo por coparticipación con la Ciudad de Buenos Aires (que pareciera haber ocurrido hace un siglo), ahora los elementos para que el mundo judicial ceda protagonismo al de la política se encuentran distribuidos sobre el tablero. ¿Significa que no habrá más resoluciones judiciales de peso hasta que se definan las elecciones? Para nada. Los expedientes navegan a su ritmo y los involucrados no podrán relajarse. Pero implica que las respuestas “ordenadoras” que puedan llegar desde los tribunales pasan a un segundo plano y dejan el centro del “plateau” a la tradicional pelea de candidatos. Nadie ponía muchas fichas a la posible firma de 40 pliegos que la semana pasada merodeaba el despacho presidencial con destino al Senado. Si hubiesen salido no había garantías de aprobación. Una garantía política para cumplir un acuerdo es una especie, hoy, al borde de la extinción.

Si bien puede decirse que Macri se bajó de donde nunca había subido, el efecto de su movimiento dispara reacciones de los dos principales polos de poder y torna sensato aguardar los reacomodamientos. Tras un primer trimestre del año atravesado por la irrelevancia, el puntapié inicial para los comicios termina siendo el argumento ideal para dejar de fingir que se avanza en una agenda con alguna clase de norte. Se sincera el panorama con un aditamento: todos los últimos movimientos que ha hecho el oficialismo –sin visualizarlo ya como el Gobierno- han logrado un efecto abroquelador que sí es una curiosidad para un año electoral donde suele primar el individualismo y los prolegómenos para alineamientos en base a los posibles ganadores. Los distintos actores del Poder Judicial han agregado una capa más a su blindaje refractario a lo que genéricamente pueda denominarse el peronismo y sus variables. Basta analizar la retahíla de fallos que van desde el sobreseimiento a los integrantes del plantel judicial formal de Macri hasta la inmediata cauterización vía el imán de Comodoro Py de la causa Lago Escondido pasando por la denuncia por falso testimonio en la comisión de juicio político a un juez federal. Hay enojo entre muchos magistrados y los que no parecen estarlo, es porque disimulan. Los que es un llamado de atención es que estos posicionamientos no tienen un “jefe”, una cara visible que aglutine bajo su ala la operatividad.

En este escenario la centralidad que tengan tanto Cristina de Kirchner como Macri como polos opuestos y la paleta de colores que representan las variables emergidas de sus espacios definen nada menos qué operadores pueden cotizar en alza sus acciones. No es lo mismo que la opción opositora quede resumida en un Horacio Rodríguez Larreta o que la opción oficialista sea Wado de Pedro, Alberto Fernández o un Daniel Scioli, por citar ejemplos en el mundo de las probabilidades. La batalla de los interlocutores, un clásico.

La opción de mínima es la de la organización del metro cuadrado de incidencia que tenga cada uno de los actores del sistema. La mayor expectativa está puesta en lo que ocurra el 4 de abril, fecha bisagra para el primer plenario del año del Consejo de la Magistratura y de donde debe salir oficializada por consenso la nominación para las comisiones y la vicepresidencia. Como había informado Ámbito, en la reunión de labor de la última semana se ejercitó la mímica del acuerdo como para pasar el test y poner fecha. Nadie los quiere decir en voz alta para no quebrar esa mínima gestualidad de concordia, en pleno tiroteo. El borrador y la hoja de ruta están precocidos. Un juez para la vicepresidencia; la titularidad de la ambicionada comisión de Selección para algún integrante del bloque de tres que anima Diego Molea, secundado por una jueza mujer; la comisión de Disciplina y la de Acusación, donde no pueden ocupar roles los magistrados bien puede quedar en manos de académicos o abogados; y la distribución de los cargos legislativos con una mirada en las elecciones y del recambio que pueda ocurrir en diciembre, es decir con alguna limitante temporal.

La carrera ya empezó.

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