«Ahora es un Boca-River.» La definición viene de uno de los talladores de las candidaturas presidenciales del PRO y busca escenificar cómo quedaron las cosas luego de que María Eugenia Vidal depusiera sus intenciones de ser la que terciara en las primarias del PRO. Aparte de los radicales, sin Vidal quedó configurado un escenario de dos candidatos presidenciales del PRO: Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich. Cada uno tendrá, todo indica, un candidato a jefe de gobierno porteño: Fernán Quirós y Jorge Macri, respectivamente. Larreta en provincia de Buenos Aires tiene a Diego Santilli y Bullrich todavía debe ordenar las candidaturas. En ese sentido, Cristian Ritondo se quedó sin candidata a presidente y la jugada obvia para esos dos es aliarse.

Si bien la decisión de Vidal se veía venir de lejos (al punto de que la anunciaron otros antes que ella), el hecho de que confirmara que no juega empezó a reordenar algunos jugadores. En materias de encuestas, seguramente de ambas facciones encarguen nuevos sondeos, pero nadie esperaba grandes cambios. Hay que recordar que Vidal nunca llegó a oficializar su candidatura y que solo hizo recorridas por el país de posicionamiento. «Más que un armado electoral, ella hacía turismo político», comenta otro de los operadores de un candidato del PRO. Vale decir: no la sostenía una enorme estructura propia, sino que se mantenía con el apoyo de Mauricio Macri, que al final se decantó por Bullrich.

Las fotos

Ahora, desde los dos sectores prestarán atención a qué candidato apoyará Vidal (si es que se pronuncia por alguno). Al día siguiente de bajarse, la ex gobernadora se sacó una foto con Bullrich. En ese encuentro, del que participaron también Ritondo y Juan Pablo Arenaza, Vidal explicó a Bullrich sus razones para bajarse. El dato: la reunión la pidió Vidal.

Pero menos de 24 horas después, Vidal hizo lo mismo con Larreta, el rival de Bullrich en la interna PRO.

Alianza con Ritondo

El encuentro de Vidal con Bullrich sirvió para acercar a Ritondo, que ya tuvo otras reuniones con la ex ministra de Seguridad pero no avanzaba en un acuerdo porque su candidata era Vidal. Ahora tiene vía libre. No obstante, no será sencilla esa alianza: Bullrich tiene unos cuantos posibles candidatos a gobernador. Néstor Grindetti, Joaquin de la Torre y Javier Iguacel son los tres que siguen en pie. Eso pesará en la negociación con Ritondo. «Hoy Cristian la necesita más a Pato que Pato a Cristian», advertían. Seguramente, el diputado tenga que hacer concesiones si quiere colgar su boleta de la de Bullrich. «El problema que tiene Pato es que en el momento que bendiga a Ritondo, se le abren Iguacel y De la Torre, que no tienen nada que ver con él», decían desde filas enemigas. Grindetti, en cambio, hace tiempo que tuvo un acercamiento a Ritondo y podrían integrar una fórmula.

De hecho, desde el larretismo siempre vieron la postulación de Vidal como un sostén para que Ritondo pudiera montar su candidatura a gobernador. «El que más la empujó fue Cristian», dicen desde la escudería contraria, que sostiene a Santilli. No es del todo cierto: Macri también la alentó, la acompañó a estrenar sus oficinas de candidata a presidenta y la recibió en su quinta para escucharla hablar de encuestas y de cómo podía alcanzar a Bullrich, la que medía más. Luego, hubo un notorio distanciamiento cuando Vidal propuso bajar todas las candidaturas y un frío recibimiento de su claudicación. Que haya sido el presidente del PRO, Federico Angelini (cercano a Macri), el que preanunció su bajada y de paso le cerró las puertas a ser candidata porteña no es casual.

Ahora la interna del PRO queda configurada de forma definitiva en dos bloque: uno con Larreta y su marco de aliados (que incluye al radical Gerardo Morales) y otro con Bullrich, respaldada de forma cada vez más explícita por Macri.

Macri vs. Larreta

De este punto en adelante la interna del PRO es una competencia descarnada a todo o nada por dos premios: el más obvio, la Presidencia. El segundo, la conducción del PRO. Es un escenario de «segundos afuera», donde el que gane impondrá su liderazgo y seguramente busque sumar al otro sector, pero con condiciones.

Los escenarios son tres:

Gana Larreta, pierden Bullrich y Macri. Una victoria del jefe de gobierno porteño marcará, de forma definitiva, el fin del liderazgo de Macri en el PRO. No es que el ex presidente se jubilará, pero se habrá completado el lento desplazamiento que comenzó en 2019 cuando Larreta reeligió y él no. Por el estilo «atrapa-todo» de Larreta como político, es probable que ofrezca a los derrotados alguna forma de integrarse al equipo vencedor, para tenerlos dentro de su espacio. Pero la derrota marcará claramente un final para Macri.

Gana Bullrich, pierde Larreta. En este escenario, el jefe de gobierno dejará la Ciudad de Buenos Aires para irse a su casa. Puede volver a intentar competir en unos años, pero ya no contará con gestión ni recursos como ahora. Esta es su gran oportunidad. Es dudoso que Bullrich le ofrezca a Larreta algún lugar en su gabinete o en su espacio. La respuesta más cordial que se suele escuchar es: «Embajador en la luna». Una derrota ante Bullrich y Macri también marcaría un final para Larreta y su sueño de ser presidente que, según cuenta siempre, tiene desde niño. Para Bullrich, si gana en las generales, luego vendrían otros problemas, que tienen que ver con las pretensiones de Macri de incidir en ese gobierno, en el armado de su gabinete, algo que la dirigente no ve con tan buenos ojos. Pero para eso falta mucho…

Ganan los radicales. En el PRO consideran que no hay muchos escenarios en que los candidatos de la UCR puedan vencer, sobre todo si dividen el voto entre Gerardo Morales y Facundo Manes. Los preferirían como vices en «fórmulas cruzadas». Pero, llegado el caso, ambos sectores del PRO terminarían derrotados y sin una supremacía clara de uno sobre el otro, por lo que las internas actuales y la falta de un liderazgo único se perpetuarían hacia delante. Claro que con otra derrota encima.

Como se puede ver en los distintos escenarios -incluso en los menos probables- las PASO tendrán un efecto concreto y reordenador en Juntos por el Cambio, al que luego quien resulte victorioso/a deberá sumarle muñeca política y negociación. Pero lo que despejó Vidal con su salida es que la batalla es Larreta vs Macri. Y sólo puede quedar uno.

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