Las vicisitudes en el tramo final de la negociación de Argentina con el Fondo Monetario Internacional (FMI) no dejan de sorprender. Lo que a priori parecía una gestión bilateral con no más impedimentos que los propios que suele imponer el organismo, se transformó en un juego diario de tensiones, misterios y nuevos jugadores que se introducen en una trama que, para el Ministerio de Economía, no altera el eje de un problema central: el reloj corre, el Fondo entra en receso en agosto y los tiempos para acordar son cortos. ¿O acaso se puede extender hasta luego de las PASO la llegada de un pacto final? Todo está abierto y bajo estudio.
La noticia más reciente es que esta tarde, según supo Página/12, un grupo pequeño de funcionarios de confianza del ministro Sergio Massa volvieron a planchar las camisas, los trajes y a acomodarlos en la valija tantas veces armada y desarmada. En principio, el viceministro Gabriel Rubinstein, el jefe de Gabinete Leonardo Madcur y otros cuadros a definir partirían esta noche a Washington para intentar avanzar con un pacto que viene muy dilatado. Los avances, si es que los hay, siguen guardados bajo siete llaves. Las trabas, como ya se ha contado aquí, siguen siendo los pedidos devaluatorios del organismo, la forma del repago del adelanto de 10 mil millones de dólares de todos los desembolsos que quedan del año y las misiones de revisión de números. Y para el Gobierno es central, en plena campaña, conseguir un pacto que le permita estabilidad hasta fines de año vía el ingreso de dólares.
La interna del FMI
En este escenario, y por más dura que sea la negociación en curso, el Fondo Monetario – como prestamista de última instancia-, parece estar viviendo sus últimos momentos de estrellato, que no sólo parecen ser un proceso traumático para los países deudores, sino también para el propio organismo, cruzado por fuertes internas con su socio mayoritario, Estados Unidos. Y varios de los socios de peso.
En lo formal, hay dos frentes internos abiertos: el primero son las diferencias del gobierno de Joe Biden con la titular del organismo, Kristalina Georgieva. Entienden que la búlgara demora en exceso el plan de salvataje a Ucrania, y que eso está atado a algunos intereses particulares de socios de la comunidad europea. Quizás por eso, con visión política, Massa se haya acercado más a la segunda de Georgieva, Ghita Gopinath, que según los que siguen la negociación es la representante más fiel del interés de Estados Unidos y, sobre todo, del Tesoro.
La carta china
El segundo frente abierto fue una información que circuló en las últimas horas y que los voceros del Fondo no respondieron, ante la consulta de este diario. El director de China en el FMI, Zhengxim Zhang, le cursó una carta al board del organismo dando a entender que si las negociaciones con Argentina se siguen dilatando, China estaría dispuesta a habilitar a Massa para usar el segundo tramo del swap para pagarle al Fondo. Para poner en contexto, ese swap de 18 mil millones de dólares totales, tiene un primer tramo de 5000 mil millones ya habilitados para todo uso y otro del mismo valor que está aprobado en lo formal y se podría poner en práctica para los mismos fines.
En general, cuando se habla del FMI, se dice con razón que Estados Unidos es el dueño, pero el podería de China en la estructura es muy relevante y a veces subestimado. El poder de voto estadounidense según su cantidad de sillas en el organismo es de 16,5 por ciento, detrás viene Japón con 6,14, luego China con el 6,08 y recién después todo el bloque de países europeos, con 6,04. Eso explica que en el caso argentino, las mayores resistencias estén históricamente del lado del ala republicana del organismo y, en consecuencia, de Japón como aliado.
Todos tienen intereses
Así, esta cuña que introduce China es funcional a Argentina y también a China, que tiene en su caja de objetivos la transnacionalización del yuan como moneda global y algo más: la universalización del gigante asiático como prestamista y financista con menos pruritos. Allí se juega el ocaso potencial del FMI en ese rol. Y los países deudores lo ven y también juegan: no fue casual la reunión reciente de Massa con su par de Egipto, los primeros dos países deudores con el Fondo y que están dispuestos a pulsear para que se cambien las condiciones. Los únicos dos clientes que le representan al Fondo la mayor parte de su cartera de dólares prestados.
En este contexto, en los pasillos de Hacienda se inquietan por lo dificil que se hace cerrar una negociación política sobre un préstamo político que la administración de Donald Trump le concedió al Gobierno de Mauricio Macri sin cuestionamientos y por un monto histórico.
Cuando la cuerda parece estar más tensa, el rol de China es central porque ya aceptó y logró que el FMI le diera el ok a Massa para que pague con yuanes parte del último vencimiento. Como son un socio de interés mutuo con Argentina, los chinos se hacen cargo de esos yuanes, que además son de su swap y tienen una tasa de interés, y abren el juego para que esa posibilidad sea nuevamente utilizada.
Buena parte de estos pactos con Asia se hicieron en la última gira de Massa a Beijing y Shanghai, una gira técnica y muy política. Y allí mismo se cortó con un mito que en Argentina se sigue sosteniendo: en aquel viaje, aunque no se formalizó, ambos países acordaron que estar al día con el Fondo Monetario no es una condición necesaria para el financiamiento chino en Argentina. Eso no quita que se busque un acuerdo urgente, con el aval de Estados Unidos.