Mientras el país se desliza fatalmente hacia el terreno cenagoso de las falsas salvaciones de la mano de gurúes y patanes, el ministro Sergio Massa terminó la dura negociación con el Fondo y se aprestaba a soltar las últimas cartas para equilibrar el impacto de la devaluación. Aumento salarial de suma fija, aumento de las jubilaciones, de los planes, del salario familiar y de la AUH, y la ayuda a pequeñas y medianas empresas serán parte del arsenal.
No hay nueva política ni nuevos políticos. Lo que ofrece Javier Milei, que en este momento encabeza las encuestas, son viejos defensores de la dictadura, más viejos ministros de Economía que enviaron millones de trabajadores a la calle durante el menemismo. Son los verdaderos creadores de la millonaria masa de desocupados, de los planes y de la caída de la educación pública que marcaron el final del milenio pasado. Ellos crearon la realidad que critican.
Es una vieja política que se vende como nueva con espejitos de colores encarnada en un personaje patético que en sus discursos sólo puede saludar a su hermana y a sus perros. Son las mismas técnicas de comunicación y el mismo discurso que consiguió lo inadmisible al llevar al gobierno a un Mauricio Macri cuya familia había amasado una fortuna como contratista del Estado. Montado sobre un discurso contra la corrupción pusieron en el gobierno al que ocupaba el principal lugar que genera corrupción bajo cualquier gobierno.
Es el discurso contra la corrupción que terminó por instaurar la peor corrupción, que es la del empresario que se pone de los dos lados del mostrador y aprovecha para hacer negocios multimillonarios con sus empresas. Solamente en un país con tan pocos años de ejercicio democrático podía llegar a la Presidencia el dueño de una de las empresas más importantes entre las contratistas del Estado.
A esa performance tragicómica, si se la mira desde fuera, se la quiso encubrir de “republicanismo” con jueces que eran designados a dedo y que iban a jugar al fútbol o al padle en la quinta presidencial o en su quinta privada, en una demostración republicanísima de independencia de poderes. Y esos mismos jueces han sido los encargados de perseguir judicialmente a los adversarios políticos de Macri.
El gobierno de Macri fue un ejemplo de degradación de la democracia. Y esto no es relato, o en todo caso, es el relato de cosas que pasaron. Eso es Macri y eso son los jueces. Muchos votaron ese engendro perverso simplemente por antiperonismo, pero hubo otros que creyeron de verdad que votaban contra la corrupción al votar a ese dispositivo montado para la corrupción.
Pero la creencia en este discurso de fantasía, también se basa en una realidad concreta, que es la difícil situación de grandes sectores de la población. La única parte verdadera se convierte en el sustento de un discurso que terminará de fundirla. Muchos prefieren no oír las advertencias porque están descreídos de los que les advierten que no crean. Suponen que no es posible estar peor y votarán a una propuesta que terminará por enterrarlos.
No hay futuro para el ferretero ni el carnicero ni el almacenero si la gente se queda definitivamente sin plata en el bolsillo, que es lo que proponen tanto Patricia Bullrich como Javier Milei, cuando hablan del ajuste y de terminar con los planes. El pequeño comercio de barrio se beneficia con los planes que critica. Y el ferretero del barrio se beneficia con los planes de vivienda que critica. Si se acaban, no solamente se perjudican los beneficiarios directos, sino también los pequeños negocios de barrio.
El candidato que hoy tiene más votos terminará de vaciar el bolsillo de los que hoy están mal y naturalizará esa situación “porque siempre hubo pobres”, que es lo que dicen una vez que hicieron el desastre. Carlos Rodríguez y Roque Fernández manejaron la economía con Carlos Menem y fueron responsables de dejar a millones de personas sin trabajo, a los que después tuvieron que darles los planes. Hasta los pibes de los envíos, a los que seducen con la zanahoria de que son “emprendedores”, se quedarán sin trabajo si el consumo se reduce. Algunos quedarán. Pero la mayoría se va a los planes.
Rodríguez y Fernández son los principales asesores de Javier Milei. Rodríguez habla de dolarizar y de un nuevo plan Bonex. Quiere decir que cerrarán las fábricas al dolarizar y que con el Bonex el Estado incautará los plazos fijos de los ahorristas y se los cambiará por bonos que no valdrán ni la mitad de los depósitos. Rodríguez afirma que eso es mejor a que se los coma la inflación. El plan Bonex fue un robo a mano armada a los ahorristas de a pie y ahora lo venden como una panacea.
Muchos despotrican por la atención de los hospitales públicos, que tienen problemas. Pero el problema grave será cuando no existan. El seguro social que, según Milei, cubrirá a todo el mundo, alcanzará para la cobertura mínima, poco más que una curita y agua oxigenada. Y al que necesite más, deberá pagarlo o morirse. Así funcionan los seguros de salud.
El voucher para la educación convertirá a cada escuela en una empresa que deberá captar a los alumnos. El que no quiera pagar deberá sacar un carnet de pobre para que le den el voucher. Las escuelas que tengan más alumnos con voucher tendrán muchos menos elementos, infraestructura y maestros. Aquellas que capturen alumnos de clases pudientes estarán mejor. Así funciona en Chile, donde la clase media está endeudada hasta las cejas para pagar el estudio de sus hijos.
Todo es un disparate, pero hay gente que prefiere no escuchar las advertencias, porque en este momento es cierto que no está bien. Otros dicen que Milei no podrá hacer todo lo que anuncia pero lo vota como señal de protesta contra los políticos.
El semáforo rojo es también para ellos. Es probable que Milei no pueda reemplazar lo que ya existe. Pero destruir es mucho más fácil que construir. Y con el ajuste desfinanciará –tanto él como Bullrich–la educación y la salud pública por lo que muchos de sus votantes, se quedarán con escuelas destrozadas y maestros con múltiples empleos y hospitales en ruinas y vacíos.
El principal socio comercial, o sea el país con el que más comercia Argentina es Brasil. Y el segundo es China, el tercero Estados Unidos y el cuarto India. Argentina acaba de ingresar al BRICS que abre las puertas a un intercambio comercial preferencial con los integrantes del grupo, entre los que están Brasil, China e India. Y Milei y Patricia Bullrich anunciaron que lo primero que harán al asumir será sacar a la Argentina del grupo. Argentina ingresó esta semana junto con Arabia Saudita, Emiratos Árabes e Irán. No hay condicionamientos políticos para ingresar.
Para integrar ese acuerdo comercial –que incluye un banco de financiamiento y la posibilidad de comerciar con otras monedas que no sean el dólar– se puede ser muy de derecha como Arabia Saudita o los Emiratos, o de derecha como India, o de izquierda como China. No hay condicionamientos políticos y su composición es heterogénea. Pero los energúmenos de la derecha argentina, Bullrich y Milei, ya anunciaron que saldrán de este grupo que ubicó a la Argentina en un plano beneficioso del nuevo escenario internacional que está en conformación.
Los empresarios que comercian con India, con Brasil o con China festejan la incorporación al BRICS, pero Milei dice que no le interesa comerciar con comunistas como Lula o los chinos. Esos empresarios perdieron plata con Macri, quien durante su gobierno cerró más de 20 mil pequeñas y medianas industrias. No se trata de hacer terrorismo, sino de usar la cabeza.